Aquellos que siguieron apostando por las "tecnologías limpias", incluso cuando estalló hace una década la burbuja del sector, hoy ven su constancia y lealtad recompensadas. Según Bloombergnef, los inversores destinaron en 2020 más de 500.000 millones de dólares, el doble que en 2010, a la descarbonización de la energía, el transporte, la industria y la agricultura. Estas cifras, y el hecho de que las inversiones verdes parecen más estables financieramente que hace una década, dan alas a los expertos para pensar que el sector se encuentra en el camino adecuado hacía el éxito.
Ejemplos de ello son Beyond Meat y sus famosas hamburguesas de "carne falsa", valorada en casi 8.000 millones de dólares, y Tesla, la primera compañía que apostó por los coches eléctricos y pasó de salir a bolsa en 2010 con una capitalización de mercado de 1.700 millones de dólares hasta alcanzar los 700.000 millones de dólares una década después.
Otra muestra del potencial de estas tecnologías verdes es la rentabilidad total anual del S&P Global Clean Tech Index de los últimos tres años, durante los cuales ha sido más del doble que la del índice de referencia S&P 500 de las grandes empresas estadounidenses.
Nuevos actores
En los últimos tiempos, a los actores recurrentes en el ámbito de la inversión sostenible se han unido los propios gobiernos. Recientemente, el Departamento de Energía de Estados Unidos se ha asociado con Breakthrough Energy Catalyst, el fondo climático de Bill Gates que también financia proyectos de la Comisión Europea, para destinar 1.500 millones de dólares a acelerar el desarrollo de proyectos centrados en el combustible para aviones con cero emisiones, el almacenamiento de energía de larga duración, el hidrógeno verde y la captura directa del aire. Para que esta asociación se consume, el Congreso de Estados Unidos tiene que aprobar previamente el proyecto de ley de infraestructuras del Senado, de 1,2 billones de dólares.
Las organizaciones benéficas y las empresas familiares de inversión también han querido subirse al tren de las "tecnologías limpias". Según The Economist, las family office de los más ricos representan cerca del 10% del total de las inversiones en tecnología climática, el doble que hace una década. Como ejemplo, Elemental Excelerator, que está financiada parcialmente por el Colectivo Emerson, la compañía filantrópica de la viuda de Steve Jobs, Laurene Powell Jobs, dedicada a financiar "proyectos transformadores únicos". Uno de esos proyectos es Elemental Excelerator, un programa de startups dedicado a ayudar a resolver los retos energéticos del mundo, ha pasado de una inversión inicial de 43 millones a obtener casi 4.000 millones de dólares, según Dawn Lippert, su directora general.
Wall Street tampoco quiere quedarse atrás y son múltiples los ejemplos que lo demuestra. Entre ellos, JPMorgan, que a principios de año anunció una inversión sostenible de 2,5 billones de dólares en "tecnologías limpias", como plantas fotovoltaicas, durante la próxima década, siendo casi la mitad capital del propio banco y el resto resultado de la emisión de bonos y salidas a bolsa. BlackRock, la canadiense Brookfield Asset Management o General Atlantic también han lanzado fondos centrados en el clima y la descarbonización.
Asimismo, muchos gigantes corporativos están yendo más allá de los compromisos ecológicos y se están convirtiendo en nuevos inversores climáticos, como demuestra que hayan destinado casi 60.000 millones de dólares entre 2017 y 2020 a este tipo de inversiones verdes. Así, mientras Microsoft ha creado un fondo de tecnología climática de 1.000 millones de dólares, Amazon ha lanzado otro de 2.000 millones de dólares. El éxito de este último dependerá de cuánto reduzcan las inversiones la huella de carbono de Amazon.
Los diversos miembros involucrados en la descabornización consultados por The Economist coinciden en que para las inversiones verdes sean atractivas, tanto los fundadores de las empresas como sus patrocinadores deben asegurarse de que los criterios ESG (criterios ambientales, sociales y de buen gobierno corporativo, por sus siglas en inglés) sean parte de las compañías desde el primer día.
Otra gran diferencia con respecto a la situación del sector hace una década es que los nuevos inversores están dispuesto a repartir el riesgo y acelerar el desarrollo las "tecnologías limpias". Por ejemplo, Glencore proporcionará cobalto a Britishvolt para sus baterías de coche o Brookfield, que se ha propuesto que sus conocimientos sobre carbono ayuden a las compañías a cumplir sus ambiciosos objetivos de descarbonización.