
El auge de la comida a domicilio ha llevado a la proliferación de las cocinas fantasma, también conocidas como dark kitchen. Se trata de instalaciones con varios módulos de cocina que operan para dar servicio a domicilio mediante repartidores y que no tienen una sala propia en la que servir su comida, es decir, son establecimiento usados únicamente para cocinar pedidos a domicilio.
Y la polémica está servida. "Se ha detectado el incremento de este servicio y ello ha llevado a que vecinos que tenían este tipo de locales en su edificio tengan molestias por un gran crecimiento de la actividad", expone Arantxa Goenaga, abogada especializada en Derecho Inmobiliario y socia del despacho Círculo Legal Barcelona.
La instalación de estos locales en zonas residenciales ha despertado las quejas de los vecinos en distintos barrios ante la proliferación de esta actividad que genera un malestar debido al ruido, los olores y el tráfico en la zona por la carga y descarga de las materias primas y la espera de los repartidores para recoger los pedidos.
Uno de los puntos más críticos en las quejas vecinales son los olores, tal y como apunta Isabel Bajo, presidenta del Colegio Profesional de Administradores de Fincas de Madrid (CAFMadrid): "En Madrid capital, la vigente normativa exige que la chimenea que tenga salida directa al exterior debe coronar el edificio en, al menos, un metro, lo que implica que un tubo discurra a lo largo de toda la fachada del edificio, aunque sea interior. Esto supone el establecimiento de una nueva servidumbre y una modificación del título constitutivo, por lo que será necesario que se adopte un acuerdo unánime de todos los propietarios, según la Ley de Propiedad Horizontal". En Madrid la alarma se produjo por la puesta en marcha de esta iniciativa hostelera en la zona de Prosperidad, "pero se está extendiendo por toda la Comunidad de Madrid", añade Bajo.
En este sentido, el Área de Desarrollo Urbano del Ayuntamiento de Madrid apunta que se trata de un volumen de actividad reducido y cifra en 10 las licencias de obra concedidas por la Agencia de Actividades para este tipo de establecimientos y, únicamente, cinco tienen licencia de funcionamiento, es decir, hasta el momento solo la mitad están operativas en toda la ciudad.
Desde el punto de vista urbanístico, tal y como aclaran, estas cocinas constituyen una actividad que se viene realizando en la ciudad en locales de uso industrial, ya que así está clasificada a través de las normas urbanísticas del Plan General de Ordenación Urbana del Ayuntamiento -data de 1997, una legislación que se ha queda obsoleta ante la aparición de esta nueva actividad-. "En este sentido", resalta Bajo, "la adecuación de un local para este uso requiere la ejecución de obras para adaptarlo a normativa vigente para esta actividad".
Respecto a la legalidad de las dark kitchens en lo que afecta a las comunidades de propietarios, la presidenta del CAFMadrid expone que "si no existe una limitación en el título constitutivo o en los Estatutos de la comunidad, según el tipo de actividad que se puede realizar en el local y cuenta con la preceptiva licencia de actividad, solo se puede intervenir si se producen molestias a la finca como ruidos u olores, ejercitando la acción de cesación regulada en la Ley de Propiedad Horizontal".
Aun siendo una actividad regulada "no alegal ni ilegal", el Ayuntamiento de Madrid trabaja en una serie de medidas debido a las implicaciones que estos espacios pueden tener para los vecinos. Una de ellas es la modificación de las Normas Urbanísticas del Plan General para revisar la regulación del uso industrial y adecuar mejor las nuevas actividades económicas que están surgiendo y la compatibilidad de los diferentes usos.
Otro de los aspectos llevados a cabo desde la administración local es que se ha intensificado la realización de inspecciones para comprobar el cumplimiento del contenido de las licencias otorgadas y se solicita un estudio para determinar las condiciones de movilidad generada y su afección sobre el entorno a todo el que quiera iniciar esta actividad. Además, se pide que habiliten espacio dentro del local para la carga y descarga, con el objetivo de que los riders y motoristas no ocupen la vía pública. El consistorio municipal también ha solicitado a la Consejería de Medio Ambiente de la Comunidad de Madrid un informe para evaluar el impacto que podría producir en el entorno.
Freno en Barcelona
A finales de mes de marzo, el Ayuntamiento de Barcelona aprobó la suspensión de licencias para nuevas compañías durante un año para evitar la proliferación "sin control" de este tipo de negocios mientras se elabora una normativa específica. En paralelo, un plan de choque controlará el cumplimiento de la regulación vigente para minimizar los efectos adversos generados por estos negocios.
El Ayuntamiento de Barcelona aprueba la suspensión de licencias durante un año
Con la regulación de las macrococinas se pretende garantizar que estos negocios se ubiquen en espacios de la ciudad donde no generen molestias al vecindario por el ruido, los olores y la congestión del espacio público que supone el movimiento constante del servicio de reparto. Las medidas llegan tras el rechazo de los vecinos de barrios como Les Corts y Sant Martí, donde estos negocios han crecido durante la pandemia, que se quejaron ante la inminente apertura de dos macrococinas fantasma.