Empresas y finanzas

Los nuevos desafíos de los intermediarios de los futbolistas

  • El colectivo debe apostar por la profesionalización y la buena praxis
  • La RFEF ingresará este año más de un millón por cuotas de intermediarios
  • El mercado exige habilidad y capacidad de adaptación en este entorno cambiante

El fútbol es mi profesión y mi pasión. Hoy estreno este espacio de opinión para intentar compartir mi experiencia profesional como intermediario, así como mis anécdotas y mi visión de este sector de actividad. Me refiero a una industria que genera el 1,37% del PIB nacional, que mantiene 185.000 empleos y que aporta más de 4.100 millones de euros en impuestos. Mi primer reto consiste en explicar esta profesión, su problemática y sugerir alguna solución.

En 1997 obtuve la licencia de Agente FIFA. Los requisitos de entonces eran muy distintos a los actuales. La obtención de este 'carnet' dependía de un examen, pero especialmente de una entrevista personal que valoraba la capacidad profesional y los conocimientos previos al comienzo de la actividad. Además, se requería de forma obligatoria la suscripción de un aval de 200.000 francos suizos. Ese detalle suponía una considerable barrera de entrada y explicaba que solo fuéramos 54 licenciados en España para el desarrollo de nuestra actividad como agentes.

Con el 'boom' televisivo de finales de los 90 y comienzos del siglo XXI, la mejora de los contratos de los jugadores y las grandes transferencias pagadas entre clubes, el mercado de agentes aumentó notablemente. Los agentes pasaron a depender de las asociaciones nacionales en 2001, y entonces se rebajó el nivel de exigencia para la obtención de la licencia. El mercado se fue superpoblando y, en 2014, la FIFA instauró un nuevo reglamento, donde confiaba a las asociaciones nacionales la competencia para la obtención de las licencias. Este nuevo reglamento intentaba dotar de un nuevo 'status' y organización a los ya agentes intermediarios.

Fortalezas del nuevo reglamento

La obligatoriedad de la firma de un intermediario en cualquier contrato de comisión, o la prohibición del pago de comisiones en transferencias de menores, fueron algunos de los puntos fuertes del nuevo reglamento. No obstante, esta normativa tiene su talón de Aquiles: la falta de regulación de acceso a la licencia, ya que los únicos requisitos consisten en la cobertura de un seguro anual y el pago de la cuota federativa. Así, en el escenario actual, de 1.167 Intermediarios de Jugadores en España -contando que los 42 clubes que conforman la LFP, Primera y Segunda División, tienen derecho a inscribir un total de 1.050 jugadores profesionales-, nos encontramos con un mercado total y absolutamente desbordado de intermediarios.

Con este panorama, ¿hacia dónde nos dirigimos? Cómo en otros muchos sectores productivos, -como es el caso de la banca, por ejemplo-, avanzamos hacia la consolidación en grandes grupos o multinacionales del 'management'. Los modelos americanos, adoptados de otros deportes, cada día están más vigentes en el fútbol. Con grandes estructuras con una gestión 360 grados orientada al cliente, donde se cubren todas las necesidades profesionales y personales del mismo, hacen que el mercado camine hacia una concentración en grandes grupos internacionales, bien dentro de una misma sociedad, o en 'holdings' que operen en común en los distintos mercados.

Lo que parece claro es que la figura de un agente independiente -no alineado a un gran grupo-, tiende a desaparecer del mercado. En este segmento, resulta interesante analizar la figura del familiar/agente. La propia normativa conlleva la obligatoriedad de suscribir un contrato con un intermediario licenciado para que el club negocie con la familia de un jugador (bien sea mayor o menor de edad) y que la misma perciba cualquier tipo de remuneración.

La experiencia demuestra que, salvo contadas excepciones, resultan públicos los problemas de grandes estrellas como Messi, Ronaldinho o Neymar. En todos los casos, la asesoría de un profesional es necesaria para una buena praxis y un exitoso resultado en la carrera de un jugador de fútbol.

Exceso de intermediarios

En el escenario actual no hay que obviar el fondo de negocio que esta situación supone para las asociaciones nacionales. En España, la Real Federación Española de Fútbol (RFEF) ingresará este año más de un millón de euros en concepto de cuotas de intermediarios.

Desde mi punto de vista, la solución a este exagerado número de intermediarios pasa por volver a centralizar las competencias. No tiene sentido que en un mundo globalizado todo se descentralice respecto a la FIFA. Por eso, abogo por reglamentar la obtención de la licencia, con un mínimo de actividad y una estructura empresarial, con mayores requisitos profesionales, financieros y con la debida protección del agente frente al intrusismo de abogados, familiares y pseudo asesores no licenciados. Todo esto limitaría de forma global las licencias, aunque no veo necesaria una limitación de licencias.

Influencia en el negocio

Por otro lado, nuestro "colegio gremial", la asociación de intermediarios, tiene escaso peso en el colectivo futbolístico. El código deontológico se ha quedado muchas veces en papel mojado, y las eternas disputas por impagos con clubes y clientes siguen estando presentes. La solución pasa por considerar al intermediario como un actor más en la industria. La FIFA legisla mucho sobre el juego, pero, muchas veces, solo sobre la parte del negocio que directamente le repercute. Insisto, los intermediarios somos una parte capital en el mercado.

Nos encaminamos hacia un escenario interesante a corto y medio plazo. Un mercado en constante evolución y desarrollo, que hará de la capacidad y habilidad de adaptación al entorno, la tabla rasa del sector y de sus individuos. Sin duda, los intermediarios tenemos por delante muchos retos por vencer.

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