Pilar García del Pozo
Madrid, 21 nov (EFECOM).- El desempleo femenino en España es de los más elevados de Europa. Pese a que las españolas de las últimas décadas son las mujeres más formadas de nuestra historia, sólo 40 de cada cien tienen trabajo estable.
Ante esta situación, muchas españolas e inmigrantes se ven obligadas a crear su propio negocio, convirtiéndose así en "empresarias a la fuerza".
Cuando no tienen avales recurren al microcrédito que puede servir de "trampolín de salida", además de herramienta de integración social.
En España hay tres millones de personas que trabajan por cuenta propia, de las cuales cerca de 1.000.000 son mujeres (un 25 por ciento son inmigrantes).
Inger Berggren es la presidenta del Banco Mundial de la Mujer en España (BMM). De procedencia sueca, educada en la cultura del Estado de Bienestar, vive en nuestro país desde hace más de veinte años.
En su actividad profesional, ligada al sindicalismo, siempre ha destacado una lucha especial por conseguir que las mujeres españolas tuvieran igualdad de oportunidades en el acceso al sistema económico, financiero y empresarial.
Viajera incansable, Inger recorre el mundo como embajadora de buena parte del empresariado femenino español. Su participación en congresos internacionales la acreditan como una de las profesionales con más experiencia en el mundo del microcrédito.
El organismo que preside fue pionero en la concesión del primer microcrédito en nuestro país hace 17 años. Desde entonces, el Banco Mundial de la Mujer en España (BMM), ha contribuido a la creación de 6.000 puestos de trabajo y más de 3.000 empresas. Ha gestionado más de 24 millones de euros (unos 4.000 millones de las antiguas pesetas), tanto en microcréditos sin aval, como en otros tipos de préstamos.
Pero el acceso a la financiación sigue siendo difícil para las mujeres, ya que la creación de una empresa está considerada, por la banca tradicional, como una "actividad de alto riesgo" y no todos los bancos creen en los proyectos defendidos por mujeres.
Este aspecto de desigualdad se agrava, aún más, cuando la mujer es inmigrante.
Aunque los bancos saben que las mujeres son excelentes administradoras, que reinvierten en su propio negocio y, sobre todo, que pagan siempre (el índice de morosidad entre las españolas es inferior al 0,2%), en España los préstamos concedidos a mujeres como primer titular representan un 4% del total, y aquellos en los que aparece la mujer como único titular sólo son el 2%.
En el ámbito mundial, de todos los créditos que se conceden sólo el 3% son a mujeres.
A veces, la alternativa a la subsistencia familiar está en los microcréditos: pequeños préstamos sin aval que permiten la apertura de un negocio.
El último estudio de impacto de este organismo en España, acredita que las españolas recurren al autoempleo con expectativas de salidas profesionales, mientras que las inmigrantes (70%) buscan el microcrédito como alternativa al servicio doméstico, creando pequeños negocios étnicos, casi siempre en sectores terciarios.
La diferencia entre unas y otras radica en la disposición de avales. Los intereses del crédito pueden bajar hasta tres puntos si el proyecto está avalado, algo de lo que carece la población inmigrante, que ante esta opción sólo le queda el microcrédito.
Desde su nacimiento, hace ya treinta años, la microfinanciación se ha ido extendiendo por el mundo entero.
Aunque tradicionalmente las zonas de influencia de estas políticas ha sido Latinoamérica, Africa y Asia, en los últimos años el creciente aumento de la "feminización de la pobreza" en sociedades desarrolladas ha hecho que países como Estados Unidos, Francia, Suecia, Gran Bretaña o España adopten este sistema, que representa una fracción minúscula del negocio financiero y supone menos del 1% del total del volumen anual del Banco Mundial.
En España, la población extranjera femenina supera a la masculina, y sólo en Madrid, 57 de cada cien inmigrantes son mujeres. La mayoría llega con su propio proyecto y muchas de ellas afrontan solas las cargas familiares.
Algunas, pasados unos años, cambian el servicio doméstico por el autoempleo.
El perfil de la beneficiaria de un microcrédito es el de una mujer de 40 años, casada y con dos hijos; un 39 por ciento de ellas tiene estudios universitarios, porcentaje que se eleva al 60 por ciento en el caso de las inmigrantes.
Mientras el 48 por ciento de los 190 microcréditos gestionados por el Banco Mundial de la Mujer en los últimos años se proporcionaron a mujeres españolas, el 52 por ciento restante fueron para inmigrantes, en su mayor parte procedentes de países de América Latina como Colombia, Argentina, Venezuela, Perú y Ecuador.
En el 99 por ciento de los casos la mujer se constituye como empresaria individual y el 40 por ciento de ellas trabaja sola.
Pese a que el 37 por ciento confiesa que se ve obligada a trabajar todos los días de la semana y al 30 por ciento sólo le quedan unos 300 euros al mes para vivir, el 70 por ciento señala que está contenta con su negocio e incluso el 91 por ciento asegura que no está arrepentida de haber pedido el crédito.
No obstante, el 19 por ciento de las pequeñas empresas abiertas ha tenido que cerrar, ya sea por motivos personales, por no haber obtenido la oportuna licencia de apertura o porque el negocio no daba los rendimientos esperados.
El 33 por ciento de las empresas creadas en España pertenecen a mujeres, y de estas, 22 de cada cien son de pequeñas autónomas; una cifra muy elevada si la comparamos con algunos países de la Unión Europea, como los nórdicos, donde 87 de cada 100 mujeres tienen trabajo estable. EFECOM
pgp/jlm
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