Hace unas semanas el Ministerio de Sanidad comunicó que abría un expediente para sacar de la financiación pública los medicamentos conocidos como Sysadoas, un tratamiento para la artrosis que desde su aparición ha estado envuelto en la controversia. Algunas comunidades autónomas, como Navarra o País Vasco, han asegurado que estos fármacos no gozaban de la eficacia que se les presuponía, mientras que pacientes y, sobre todo, médicos defienden su permanencia en la Cartera Básica de Servicios.
Estos medicamentos están comercializados hoy por la compañía española Reig Jofre, quien se los compró a Bioibérica a mediados de 2019 por 46 millones de euros más variables en función de las ventas, que hasta entonces ascendían hasta los 26 millones. Ahora, con la decisión de Sanidad de sacarlos de la financiación pública, el volumen de estas ventas podría reducirse drásticamente.
En el expediente para su desfinanciación, según reconoce la propia compañía, Sanidad ha decidido su exclusión por el artículo 93.2 (apartado c) de la Ley de Uso Racional del Medicamento, que señala que las sysadoas serían "susceptible de publicitarse, directamente al público, en la Unión Europea". Esto quiere decir que el Ministerio no duda de la eficacia del medicamento, ya que lo deja en el mercado, pero decide no asumir parte del coste, que revertirá directamente en los pacientes. Eso sí, seguirán necesitando de una receta médica, como le ocurre a algunos mucolíticos.
Ante esta situación, Reig Jofre ha lanzado una serie de cálculos que muestran que la decisión, más allá del perjuicio sanitario que señalan los médicos, también provoca una pérdida de ahorros potenciales de 21,8 millones de euros por el uso de estos fármacos. Para entenderlos, es necesario conocer que la artrosis es una enfermedad degenerativa sin cura, por lo que los tratamientos serán siempre crónicos y están enfocados a reducir el dolor. La realidad es que esta patología afecta a casi el 30% de la población y sus pacientes, de manera mayoritaria, son mujeres mayores de 50 años.
Muchas de estas personas padecen otro tipo de enfermedades crónicas, por lo que el fármaco que se utiliza debe producir las menores interacciones posibles con otros medicamentos así como tener los mínimos efectos secundarios. Es aquí donde diversos médicos como Miguel Bernad, del Hospital Universitario la Paz de Madrid, defienden su uso. "Reducir el dolor, la incapacidad temporal, retrasar la progresión de la enfermedad y que sea una medicación segura es lo que se le pide a los tratamientos contra la artrosis y quien mejor lo cumple son las sysadoas", dice. De hecho, las alternativas son el paracetamol, del que Bernad asegura que "tiene un efecto terapéutico por debajo del umbral", los antiinflamatorios, "que son malos para tomarlos de forma crónica", los opioides, "con muchos efectos secundarios en pacientes de edad avanzada", y los fármacos intraarticulares, "que han sido poco usados hasta el momento y requieren del consentimiento informado".
Impacto económico
Bajo este panorama, el estudio económico de Reig Jofre, que compara el uso de sysadoas con el de antiinflamatorios durante tres años, señala que el uso de los primeros evitaría varios episodios de efectos secundarios que provocan los segundos. En concreto, 55.098 episodios gastrointestinales leves o moderados (con un coste de 240 euros por cada uno), 3.060 episodios gastrointestinales graves (2.857 euros), 204 cardiopatías isquémicas (6.168 euros por caso), 1.089 casos de insuficiencia renal aguda (6.011 euros por cada uno) y 733 casos de insuficiencia renal crónica (con un coste por caso de 10.221 euros). En definitiva, y tras un trienio, el sistema sanitario tendrá que invertir algo más de 40 millones de euros por no usar la sysadoa, según Reig Jofre.
A esta cifra habría que restarle el precio del fármaco, que roda los 20 euros al mes. Los cálculos señalan entonces que el Ministerio de Sanidad, si no lo desfinanciara, estaría ahorrado 21,8 millones cada tres años. La alternativa que dejará la administración para los pacientes serán las mecionadas con anterioridad y de las que los médicos aseguran que no funcionan tan bien como las sysadoas.