
El presidente del Sabadell, Josep Oliu, no ha tenido reparos para volver a incendiar el sector financiero español con su reiterada declaración de intenciones de liderar una fusión ante las malas perspectivas del negocio y la rentabilidad para la banca por los tipos negativos. "Quizás sí, ya veremos", dijo el responsable de la cuarta entidad más grande de nuestro país. Con solo esta frase lanzaba un mensaje a navegantes, incluido el recién estrenado Gobierno de coalición de PSOE-Podemos.
Hace menos de un año el banquero catalán revolucionó el panorama del sistema con el reconocimiento público de que había emprendido conversaciones para llevar a cabo una operación con Bankia, pero estas se había paralizado por la incertidumbre política y la convocatoria adelantada de elecciones.
No es de extrañar que Oliu pretenda liderar una operación corporativa del banco que preside con el grupo nacionalizado pese a la complejidad de este proceso. La unión convertiría al nuevo grupo en un gigante, que podría tutear a los mismísimos CaixaBank y BBVA. El Santander serían palabras mayores.
Esta integración soñada por el ejecutivo catalán se antoja complicada, según diferentes fuentes, máximo después de que Podemos haya entrado de lleno en el Gobierno, con una vicepresidencia de Pablo Iglesias incluida. La pretensión del partido morado es mantener Bankia como banco público, algo que es poco factible pero que alargará irremediablemente el proceso de su proceso de privatización. El Estado cuenta con un 62% del capital de la entidad capitaneada por José Ignacio Goirigolzarri.
"Las cúpulas de Unicaja, Liberbank e Ibercaja no están dispuestas a perder su poder"
Hay que tener en cuenta, asimismo, que Pedro Sánchez se sostiene en la Moncloa gracias al apoyo del PNV, formación que aspira a que los empresarios vuelvan a influir en BBVA a través de una integración de ésta con Bankia. Un objetivo que cocha frontalmente con la transacción que desearía Oliu.
Solo unas consecuencias demoledoras de la sentencia sobre las hipotecas IRPH y, sobre todo, de unos resultados catastróficos en los test de estrés que realizarán los reguladores al sector podrían modificar la situación actual y darse las condiciones para que Sabadell consiga la preciada presa. Eso sí, tendría como socio de referencia al Estado para que se puedan recuperar, al menos, parte de los 24.100 millones que aún tiene que devolver la entidad nacionalizada, a través de la colocación en el mercado de las acciones del nuevo grupo fruto de un canje de títulos.
Escenarios
Con estas escasas posibilidades de triunfar en su propósito, al Sabadell se podrían abrir otros escenarios para liderar una fusión o acometer una integración equilibrada. Los alternativas son muy limitadas y ha quedado demostrado que los responsables de Unicaja, y Liberbank (mucho más Ibercaja) están dispuestos a ceder cuotas de poder. Quieren estar sí o sí la frente de los respectivos grupos resultantes para aprobar cualquier tipo de operación de concentración. No es negociable, por lo que complica considerablemente cualquier movimiento.
Para la cúpula de estas tres entidades es esencial preservar cargos y puestos de mando con el fin de defender los intereses de las fundaciones que aún controlan los bancos de las antiguas cajas. Liberbank echó por tierra en mayo del año pasado la fusión con Unicaja tras meses de negociaciones por las cuotas de poder. Y lo mismo hizo antes con la integración que planeó con Ibercaja. En el sector dan por hecho que estas tres están destinadas a entenderse en algún momento.