Empresas y finanzas

Oportunidades y amenazas para las 'telecos' en los negocios 'online'

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La irrupción de los gigantes de Internet (Amazon, Apple, Facebook y Google, conocidos con el acrónimo GAFA en los medios de lengua inglesa) en el panorama de las tecnologías de telecomunicaciones, computación y almacenaje de datos está transformando los vínculos y dependencias entre consumidores, empresas, operadoras y fabricantes de equipamientos y el impulso y la supervisión de las capacidades de unos y otros de crear modelos de relación singulares y sostenibles.

Dos buenos indicadores de la convergencia entre generadores de demanda (el buscador, la red social, la plataforma ubicua de compras) y la oferta tecnológica son la adopción creciente de estándares abiertos en la computación y almacenamiento de datos masivo "en la nube", repartida prácticamente entre Amazon, Microsoft y Google y el desarrollo de equipamientos indiferenciados y homologables para el despliegue y la operación de redes móviles promovido por Facebook a través del "Telecom Infrastructure Project", que ha celebrado recientemente una reunión multitudinaria en Amsterdam en la que se ha certificado la madurez de los prototipos en múltiples proyectos que conciernen a elementos de red y a dispositivos de usuario y en el que Telefónica a través de su área de I+D tiene un papel relevante, habiendo posibilitado la creación de un laboratorio en Madrid.

Además, recientemente Telefónica ha llegado a un acuerdo para emplear los globos aerostáticos de Google en Peru para dar acceso al "Internet para todos", con recursos técnicos de Facebook en zonas de la región amazónica de difícil cobertura. Ciertamente la colaboración es la disposición racional en un entorno cada vez más competitivo de provisión de conectividad. Sin embargo, las diferencias en los regímenes de funcionamiento y supervisión de las operadoras y los proveedores de servicios de valor añadido, que ya aventajan a las primeras en su esfuerzo inversor precisamente para prestar indirectamente los servicios que ofrecen las operadoras plantea nuevos desafíos justamente a estas, toda vez que se pasa del modelo parasitario de las aplicaciones ajenas que solo funcionan gracias a las inversiones de las operadoras y con su expansión capturan parcialmente los beneficios escala de las operadoras (quizás el caso más patente es el de WhatsApp, que aprovecha la disponibilidad de los accesos de banda ancha móvil asociados a planes de datos contratados por los clientes de las operadoras) a la cooperación de resultados inciertos para quienes se disputan el gasto en conectividad y sobre todo el tiempo de atención de los consumidores.

El código abierto en los sistemas de red y computación erosiona la propuesta de valor

En otro frente, el recurso al código abierto en los sistemas de red y computación erosiona la propuesta de valor y desincentiva la evolución de las soluciones técnicas de los fabricantes de equipamientos, cuyo mercado tradicional, fuertemente disputado, puede abastecerse con alternativas sustancialmente más eficientes en la adopción, el despliegue y la explotación, dejando en un segundo plano consideraciones en torno a la integridad de las cadenas de suministro y la vulnerabilidad de los recursos operativos, que siguen requiriendo una ininterrumpibilidad casi plena (o sea, 99,999% de disponibilidad). Para terminar de desdibujar los contornos del paradigma de relaciones cruzadas en las telecomunicaciones, la imprescindible convivencia y uso de frecuencias públicas y cedidas de espectro radioeléctrico simultáneamente refuerza los negocios de entretenimiento en los domicilios y debilita los que se basan en la transmisión irregular de volúmenes reducidos de datos de dispositivos conectados en entornos urbanos y el manejo remoto de equipos industriales en interiores.

La matriz resultante de opciones de conectividad, computación y almacenamiento de información genera fricciones entre los proveedores solapados en sus propuestas por la inevitable tendencia a ocupar espacios ajenos en la experiencia del usuario, que a su vez precisa calibrar costes e implicaciones de distintas posibilidades, habitualmente evitando la dependencia en los tres segmentos del mismo proveedor, si bien el coste total asociado a la combinación, como un mecanismo comprensible de disuasión, hace tentadora dicha posibilidad. Tradicionalmente se ha considerado que los clientes eran propiedad de quien es capaz de cobrar un precio por sus servicios, pero después de dos décadas de experiencia en la creación de valor apoyada en el conocimiento ajeno para fines comerciales (propias del buscador y de la red social), aún cuando no se haya presenciado una confrontación directa y sobre las mismas premisas para agentes dominantes en distintas esferas, los pasos referidos en orden a completar las propuestas de valor y ahorrar en sus costes permiten anticipar escenarios beneficiosos para los consumidores. Igualmente llamativa fue la práctica ausencia de las operadoras en el reciente encuentro de desarrolladores de Lisboa, en el que se reúnen miles de iniciativas que promueven el uso de Internet para la provisión eficiente de múltiples servicios, que además de consumir ancho de banda abren perspectivas para que las redes no queden, en expresión ampliamente empleada, como "tuberías tontas". Cierto es que en algunos países y para actividades reguladas, como los servicios financieros, las operadoras están creando negocios que buscan capturar clientes en mercados tradicionales ajenos a la conectividad, como muestra la reciente creación del banco de Orange, emulando modelos económicos convencionales, originarios de canales de venta anteriores a Internet, irrumpiendo en relaciones comerciales establecidas.

Así las cosas, el difícil equilibrio entre el impulso a negocios propios de las operadoras, susceptibles de ser cedidos a terceros competidores, como es el caso de los contenidos para televisión y la promoción de ofertas ajenas, extensamente adoptadas y por ello prácticamente imbatibles (como la red social o la mensajería móvil), con la vista puesta tanto en la posición de mercado como en la generación de caja esperada continuará probablemente a determinar los nuevos modelos de colaboración y competencia en el mercado español de las telecomunicaciones y sus adyacentes.

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