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Endesa recicla baterías del Nissan 'Leaf' para mejorar el servicio eléctrico

  • Destina casi tres millones a un proyecto premiado por el Foro de Davos
Autor: Getty.

Endesa está ensamblando baterías usadas del Nissan Leaf -un vehículo eléctrico- para montar un gran sistema de almacenamiento de 4 MW de potencia en la central térmica de Melilla, al objeto de probar sus posibilidades para mejorar la garantía y la calidad de suministro, y aumentar la presencia de energías renovables. La empresa está invirtiendo casi tres millones de euros en el proyecto, único en el mundo, que ha bautizado como Second Life Baterías (Self-Barterias) y que ya ha obtenido el reconocimiento del Foro Económico Mundial.

Las baterías de los vehículos eléctricos pueden recargarse un número limitado de veces, y con cada recarga pierden capacidad. A los 10 años de uso normal, el acumulador está al 70% de su capacidad, poco para seguir impulsando un automóvil, pero suficiente para tener otra vida, durante otra década aproximadamente, hasta que solo le quede un 40% de capacidad y sea reciclada.

La industria eléctrica está estudiando con interés esta segunda vida de las baterías con la intención de conectarlas a sus instalaciones, porque los análisis auguran que en 2030 habrá unos 2,2 GWh anuales de pilas de coche gastadas -un 40% más baratas que las nuevas- que crecerán hasta los 88 GWh en 2050.

78 acumuladores integrados

Para poner en la práctica esa teoría, Endesa ha lanzado el primer proyecto de demostración del uso de acumuladores usados de coches eléctricos en una central de generación. Ha escogido Melilla, porque en su pequeño sistema eléctrico es más sencillo probar el funcionamiento de las 78 baterías que está integrando en un único almacén de energía con 4 MW de potencia y 1,7 MWh de capacidad. Las baterías son de Nissan -del modelo Leaf-, un fabricante con el que la eléctrica mantiene varios acuerdos.

En la UE solo hay otro minisistema de almacenamiento eléctrico basado en baterías de coche, en Amsterdam, pero es para la energía sobrante de una minicentral solar fotovoltaica.

Andrés Sánchez Biezma, responsable de Innovación en Generación de Endesa y director del proyecto, comenta que las baterías de Melilla deben prestar tres servicios: aumentar la estabilidad de la red, para conectar más renovables intermitentes; evitar que haya cortes parciales -"deslastres", en la jerga sectorial-; y contribuir al arranque rápido de la central, en el improbable caso de que haya un apagón.

La empresa dirigida por José Bogas espera poner en servicio la nueva instalación en noviembre y probarla durante un año o un año y medio. El proyecto recibió el reconocimiento Member Initiative en la última edición del Foro Económico Mundial.

Reto a futuro: la estandarización

Endesa está destinando casi tres millones al proyecto, sobre todo por el coste de integrar las baterías. Diseñadas para un vehículo, con un voltaje diferente al que se requiere en la generación eléctrica, tienen que trabajar en paralelo y han de ser monitorizadas una a una, así que la empresa eléctrica tiene que conectarlas entre sí y al resto de los equipos de un modo prácticamente artesanal.

"Si se quiere aprovechar la segunda vida de las baterías, la industria tiene que hacer antes un gran trabajo de estandarización, tanto de las propias baterías como de los equipos que permitan darles una segunda vida", asevera Sánchez Biezma.

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