
Hubo un tiempo en el que España era un pequeño paraíso para la industria de las bebidas alcohólicas. Nuestro país se convirtió a finales del siglo XX, gracias al turismo, en uno de los mayores mercados para las grandes empresas del sector. Eran años dorados en los que tan solo países como Estados Unidos, Gran Bretaña o en ocasiones Alemania podían presumir de mayores cifras de ventas.
Llegó así el año 2006 y los tres gigantes del sector (Pernod Ricard, Diageo y Bacardi) alcanzaron unas ventas de 1.495,9 millones de euros. Eran cifras récord. Con el ladrillo como la gran locomotora de la economía y el empleo alcanzando ratios nunca vistos hasta entonces en la historia reciente, los españoles conquistaban la noche y el sector vivía en una fiesta continua.
Pero la hostelería empezó a dar síntomas de agotamiento. Antes incluso de que estallara la gran recesión en 2008, con la quiebra de Lehman Brothers, los fabricantes de bebidas espirituosas empezaron ya a reducir sus ventas. Y el desplome, desde entonces, ha sido continuo. Es cierto que hubo un momento, al final de la crisis, entre 2013 y 2014, cuando la economía volvía a sonreír, que las ventas se estabilizaron o incluso crecieron ligeramente. Pero fue un ligero espejismo, porque, debido al incremento de la presión fiscal y al avance de las marcas blancas, los grandes fabricantes han vuelto a perder negocio.
Pernod Ricard, Diageo y el grupo Bacardi Martini cerraron su último ejercicio fiscal en 2018 con unas ventas de 697 millones, la mitad prácticamente de lo que facturaban hace poco más de una década.
La caída de Diageo
Hasta 2006, el mercado estaba liderado por el grupo británico Diageo, nacido de la fusión en 1997 de Grand Metropolitan y Guinness y propietario de marcas tan conocidas como J&B, Jhonnie Walker, Cardhu, Captain Morgan, Bailey's o Smirnoff, Gordon's o Tanqueray. Es una empresa que facturaba entonces 504,5 millones de euros y que ha experimentado, un desplome sin precedentes en el mercado.
De acuerdo con las últimas cuentas publicadas en el Registro Mercantil, su facturación en 2018 fue de tan solo 215,4 millones, lo que implica que ha perdido el 57,3% de su negocio y el problema, además, es que no hay ningún síntoma de mejora y el declive parece no tener freno.
Pernod Ricard, líder actualmente del sector en España, y propietario de enseñas como Ballantine's, Absolut, Malibú, Beefeater, Havana Club o Jameson, dio un gran salto en su crecimiento tras cerrar en 2005 la adquisición de su competidor británico Allied Domecq, por medio de una oferta pública de adquisición (opa) amistosa. La operación, que se elevó a un importe de 10.700 millones de euros, convirtió al grupo francés en el numero dos del mundo y el primero fuera de Estados Unidos. Fue una compra que le permitió convertirse en un gigante del vino en España, al poder integrar Bodegas y Bebidas, propiedad hasta entonces de Allied Domecq, y que englobaba marcas como Azpilicueta, Siglo o Campo Viejo.
La compra de Allied Domecq permitió a Pernod Ricard duplicar sus ventas en 2006 y alcanzar una cifra de negocio de 602,8 millones de euros, arrebatando así el liderazgo a Diageo. Pero como su gran rival, ha sufrido desde entonces el fuerte declive del mercado. Así, al cierre del último ejercicio sus ventas han quedado reducidas prácticamente a la mitad, hasta 324,8 millones de euros. Pero aún mayor ha sido la caída del grupo Bacardí, propietario no solo de la conocida marca de ron, sino también de Martini, y que ha visto como sus ventas se reducían de 388,6 millones de euros a tan solo 157,7 millones, lo que supone un descenso del 60%.
En conjunto, el consumo de bebidas espirituosas en España ha sufrido un estancamiento durante 2018, representando un 1,3% menos que durante el año anterior, suponiendo un freno a la tendencia positiva que se venía arrastrando desde 2014. "Este descenso en el consumo es debido principalmente a la mala climatología durante el verano de 2018, que ha dado lugar a descensos de consumo en la hostelería", asegura la Federación Española de Bebidas Espirituosas (Febe), la patronal del sector.
"El sector se mantiene gracias a la innovación y a la exportación, pero ha sido un año atípico y encaramos un momento difícil, porque tenemos muchos retos por delante", asegura Bosco Torremocha, director general de la patronal.
Cabe destacar que, durante el pasado año, las exportaciones del sector crecieron un 4%. Pese a las dificultades por las que pasa la industria, el comportamiento de la exportación de espirituosos ha sido muy positivo en el último ejercicio y el 40% de la producción total se destina ya al comercio exterior.
Los principales destinos de exportación fueron Filipinas, Alemania, México y Francia. La ginebra es la bebida espirituosa que más crece en exportaciones, con un aumento del 30,3% en las ventas al exterior.
La industria defiende desde hace tiempo que hay que frenar la presión fiscal para evitar nuevas caídas de ventas, teniendo en cuenta el riesgo de recaudar menos cuanto mayor sea la carga que soportan las bebidas alcohólicas.