Ingeniero industrial de profesión, Pascual Dedios-Pleite, director de Factoría Digital de Siemens, es uno de los máximos representantes de la Industria 4.0 en España. Defensor a ultranza del potencial del país para realizar con éxito la transformación digital de sus compañías, el también presidente de Siemens Industry Software para España y Portugal explica a elEconomista Factoría 4.0 que debemos estar preparados para promover el cambio cultural de cara a acelerar y desarrollar la Industria 4.0.
El 99% de las compañías españolas son pymes. ¿Qué diferencias ve con Alemania en relación a la implementación de la Industria 4.0?
Alemania es un gran país, además de ser la locomotora de Europa, tiene un gran potencial industrial. Su base no está sólo en las grandes compañías que todos conocemos, sino también en sus pymes. Son compañías tremendamente potentes, cuentan con más de 200 empleados que funcionan como un todo. Son capaces de suministrar a las grandes corporaciones en tiempo, calidad y fiabilidad. Además, cuentan con una importante capacidad de innovación. Es un ejemplo a seguir. En España tenemos un problema no ligado tanto a la innovación, sino a tamaño. Nuestras pymes deben ganar tamaño para obtener sinergias y capacidades de inversión.
En un momento de cambio como el que vivimos, ¿debería lanzarse un pacto por la industria?
El último plan industrial es de antes de la Transición, después hemos tenido muchas cosas y muchas administraciones han puesto foco en la industria, pero realmente nos falta un plan que diga qué quiere este país ser de mayor desde el punto de vista industrial. Yo volvería a reclamar un plan industrial y supongo que ya será un plan de Industria 4.0.
¿Cómo ve a España en materia de formación?
Me remito al estudio que hemos hecho con la consultora Roland Berger. Estamos entre los 15 países más grandes en términos de PIB, pero el número 45 en cuanto a digitalización. Podemos verlo como algo negativo o como una perspectiva muy positiva. El recorrido que tiene España en transformación digital es brutal, hay mucho que hacer. ¿Por dónde empezar? Evidentemente desde el cambio cultural. Podemos abordarlo desde las empresas y las personas jóvenes que acceden al mercado laboral, que deben tener ya la impronta digital. No es de recibo esperar que las propias compañías tengan que preparar a sus futuros empleados, los jóvenes que se incorporan deben tener una formación de base que incluya aspectos diferentes a lo que ahora supone nuestro modelo educativo que, desde el punto de vista industrial, es tremendamente acogido. Desde nuestra compañía encontramos en las universidades españolas muchísimas personas con la formación adecuada, si bien tenemos que decir que nos gustaría decir que esperamos que las nuevas generaciones de técnicos e ingenieros aporten mayor conocimiento digital. Nosotros estamos apoyando estudiantes bajo el paraguas de Spain Skills, que patrocina la Administración Central, para promover el conocimiento de tecnologías digitales dentro de nuestro país y también fuera de nuestras fronteras. Todo tiene que responder a una estructura. Necesitamos un plan industrial, saber qué queremos ser y a dónde queremos llegar. Esto hay que construirlo entre todos.
Esto parece que se empieza a mover, ¿no?
Las empresas en general vemos esa necesidad. Del estudio de Roland Berger hemos visto dos obstáculos a la transformación digital en la industria. Una es la resistencia al cambio cultural: cuando llegan nuevas tecnologías, hay personas que se resisten al cambio, ven que es algo incierto y entonces piensan que lo que ahora poseen es más seguro. El segundo es que las cosas cuestan dinero y el coste también es un obstáculo. Lo que promuevo no es tanto la financiación pública, sino la ayuda directa a la compra de tecnología para ayudar a la transformación digital de las empresas. Está muy bien cuando escuchamos que hay que reforzar los servicios, pero parte de los ingresos españoles debe ir destinado a la compra de tecnología para garantizar el futuro del país. Siempre hablamos de que los servicios están cayendo en calidad, pero ¿quién está apostando por el futuro de nuestro país y la generación de riqueza? Cuando hablamos de innovación, España ha perdido posiciones respecto al resto del mundo...
Uno de los temores de la llegada de la Industria 4.0 es el ligado a los cambios en los empleos, ¿qué opina al respecto?
Creo que es muy relevante cómo la transformación digital va a cambiar las funciones y los empleos. Es un tema que forma parte de la agenda digital. Por ejemplo, antes hablábamos del jefe de seguridad al uso: que cuidaba el perímetro y vigilaba la intrusión con métodos excelentes. Pero ahora, este jefe de seguridad tiene toda la red detrás porque la compañía intercambia la información. En el mundo industrial, en las plantas crean productos en los que trabajan muchísimas compañías. Además, la flexibilidad que exige el cliente tiene que estar soportada hasta por el último componente, que tiene que ser capaz de comunicarse con los demás en diferentes niveles. Si un ciberataque llega a uno de los componentes, te puede contaminar el producto. Tenemos que ser capaces de desarrollar componentes que sean capaces de aguantar los ciberataques de una manera muy resiliente, porque aunque te estén atacando y tienes que seguir trabajando y controlarlo.
Se habla mucho de que los robots puedan sustituir a las personas...
Os puedo poner el ejemplo de nuestra planta de Amberg (Alemania), la más moderna en 4.0 del mundo. En esa planta producimos uno de nuestros productos estrella, el S-Matic (el cerebro de cualquier industria), y cuando la conocí hace años, conocí a muchísima gente que trabajaba allí. Sin embargo, cuando fui hace un par de años me pregunté "¿dónde están aquellos compañeros y compañeras que conocía?". Por eso, pregunté por la evolución del empleo de Siemens en esa planta. La respuesta fue que somos más. Hemos reubicado el empleo y, lo que es más importante, lo hemos cualificado. Hemos crecido, accedemos a mejores posiciones con mayor conocimiento donde la aportación de valor es mayor y también están mejor retribuidos. Yo no comparto las noticias que dicen que los robots sustituirán a los empleados. Cuando la cosa empieza a mejorar, inviertes más en tecnología. Respecto al tema de los impuestos, creo que las administraciones tienen que encontrar los medios para financiar al Estado. Si hay que ponerle un impuesto al robot, las administraciones deben discutir con los diferentes actores si eso es conveniente. Lo que sí tienen que tener en cuenta las administraciones es que no podemos mermar la competitividad de nuestras industrias a base de cargarlas con demasiadas impuestos. Sobre todo cuando la industria es un sector que genera, entre otros, empleos de valor añadido y cualificados.
¿La progresiva salida de la crisis económica no ha hecho que las firmas españolas se animen a invertir más en innovación?
Desde mi punto de vista la crisis no ha acabado, ha terminado una forma de vivir y de entender la economía. Los españoles hemos conseguido sortear la crisis con mayor o menor sufrimiento y nos encontramos hoy en un punto de salida diferente. Esto nos ha convertido en personas mucho más exigentes. Tendremos que trabajar con muchísima flexibilidad, tendremos que tener la capacidad de poner los productos en el mercado en un periodo de tiempo mucho más rápido porque si no alguien lo hará mejor y nos quedaremos fuera, y tenemos que mantener la calidad en un mundo marcado por la eficiencia. Estos cuatro puntos van a marcar la época postcrisis. Y una quinta palanca que es la ciberseguridad va a llegar con una fortaleza tremenda.
¿Se deberían desarrollar leyes para la ciberseguridad?
Si hay una industria española que tiene un proceso creado sobre una plataforma de ingeniería y conlleva una cantidad tremenda de propiedad intelectual, puede haber leyes que restrinjan, que los ciberdelincuentes puedan ver limitados los accesos... Al final, la industria privada española o internacional tendrá que ver cómo protege esa propiedad intelectual y no con una ley, que también, sino con tecnología. No va tanto de infraestructuras críticas, sino de tu propia empresa. Por ejemplo, en una planta de estampación del sector automóvil o aeronáutico en la que está trabajando en tiempo real, tienes un ataque y te paran la línea, se genera un caos... Ya no solamente es propiedad intelectual, es también un ataque.
Las empresas están trabajando mucho en esa línea...
En Siemens llevamos trabajando más de un año con Incibe, un organismo de referencia en Europa, para construir en León un laboratorio que permita a la industria española probar sus maquetas de seguridad frente a ataques. Las compañías van a poder desarrollar sus propios conceptos de resistencia frente a ciberataques y tener un sitio homologado donde poder probar los últimos ataques que se han conocido. Es un gran avance porque nos sitúa a España en la vanguardia de la lucha contra la ciberseguridad industrial.
En los últimos tiempos se están creando muchos bancos de pruebas, ¿esa es la tendencia?
Sinceramente los españoles adolecemos a veces de no creer lo suficiente en nuestro país. Yo creo que España es referente en prevención de ciberataques. Creo que desde las diferentes administraciones han sabido prever un problema que era incipiente y España ahora tiene modelos que pueden ser referentes para otros países.
Han realizado muchas compras y desarrollos en los últimos meses. ¿Siemens cumple con todo el portfolio completo de soluciones?
En estos últimos 10 años hemos invertido casi 9.500 millones de euros en desarrollar tecnología y en adquirir conocimiento. Hemos completado un portfolio que no sólo nos permite construir este móvil, sino prototiparlo, probarlo, someterlo a calor, puedes diseñar desde el punto de vista físico y puedes construirlo electrónica y eléctricamente y conseguir que tu móvil funcione desde el punto de vista virtual sin haberlo construido. ¿Puedes imaginar los ahorros y eficiencias que tiene un proceso de ese tipo sin tener que ir a un prototipo físico para ver si una cosa funciona? Esto vale para teléfonos, coches, prendas... Por otro lado, ahora estamos creando una compañía conjuntamente junto con Valeo Car para poner el foco a todas las tecnologías que vienen enlazadas al automóvil. El mercado de coche eléctrico está en España, es importante estar ahí y hay que apoyarlo.
Pero la regulación va más atrás que estos procesos y tienes que pasar por laboratorios de testeado de producto para demostrar que efectivamente el producto que has creado cumple con esa normativa, ¿eso tendría que cambiarse?
La digitalización es un tsunami que no nos va a llevar a todos por delante, sino que nos va a llevar a todos hacia delante. No nos va a arrollar, nos va a empujar a hacer las cosas de una manera diferente. Si tú eres capaz de homologar que un diseño virtual responde a la regulación, ya debería valer. La otra parte también tiene la necesidad de ser digitalizada. Si no lo hacemos todo, el país no progresará. Nos encontramos en momentos de cambio. Las dos primeras revoluciones tenían que ver con sustituir a la persona por otras soluciones, el vapor y la electricidad. Pero en la tercera y esta cuarta hay que sustituir nuestra fortaleza cognitiva por la tecnología.
¿Dan servicios en todas las áreas de negocio?
Nosotros presentamos en noviembre MindSphere, la plataforma de servicios a nivel mundial basada en nube. Lo que conocemos hasta ahora como mercado, como persona y como usuarios es big data. En una industria conectada circula mucha información y hasta ahora no se utilizaba para nada, se quedaba a nivel de planta. Nuestra plataforma es privada y encriptada para preservar la propiedad intelectual. Estamos dotando la plataforma de apps o bien de apis -para que el cliente se construya su algoritmo- para que esos datos se conviertan en inteligentes. Es decir, el concepto industrial ahora tiene que ser smart data y no big data. Al final ofrecemos láminas de I+D donde cada cliente puede construir su propia propiedad intelectual y puede diferenciarse de los demás.