
La posible apertura del primer McDonald's en la Ciudad del Vaticano se ha convertido en uno de los temas más controvertidos del año en la Santa Sede. Los últimos en unirse al nutrido grupo de opositores a esta inauguración han sido los cardenales que residen en el edificio donde la multinacional pretende abrir su local.
La simple idea de ver los gigantescos arcos dorados de la marca iluminando la casa de la Iglesia Católica, cerca de la plaza de San Pedro en Roma, han sido motivo más que suficiente para que los residentes del Vaticano hayan puesto el grito en el cielo, pero los cardenales que residen en el edificio de apartamentos donde se ubicará el restaurante de comida rápida tienen preocupaciones más mundanas.
Según recoge The Guardian de medios italianos, los clérigos se han quejado de que no se les consultó sobre el nuevo McDonald's y están preocupados por el desembolso que deberán efectuar para adaptar el edificio y que pueda así albergar un restaurante.
Aunque la noticia se ha filtrado recientemente a los medios, los cardenales fueron supuestamente avisados este verano por APSA -la agencia de la Santa Sede que posee y maneja las vastas propiedades inmobiliarias del Vaticano- del acuerdo al que había llegado para alquilar el espacio de la planta baja a McDonald's.
La cadena norteamericana estaba dispuesta a pagar según los informes, "unas pocas decenas de miles de euros al mes" para hacerse con esta beata propiedad, que compite con otras localizaciones como Borgo Pio y Via del Mascherino.
El Comité para la Protección de Borgo Pio fue el primer grupo en dar la alarma sobre las intenciones de la cadena. Se dijo que la cadena de comida rápida distorsionaría la zona e infligiría un "golpe decisivo en un animal ya herido", dada la abundancia de mini-mercados y puestos de venta de baratijas religiosas de la zona.
Lo que no está claro es si los airados cardenales -entre los que destacan Gianfranco Ravasi, Giuseppe Versaldi y Gilberto Agustoni- conseguirán que sus oraciones sean atendidas por el Papa Francisco, que aun no se ha pronunciado al respecto.
Por su parte, el Vaticano negó que los cardenales deban asumir cualquiera de los costos, a lo que añadió que solamente habían sido notificados de que se procedería a la eliminación de un ascensor secundario para dar cabida a parte de la renovación planificada.