Agua y medioambiente

La banca fomenta la financiación verde

El medio ambiente centra hoy una parte importante de la atención de los grupos financieros tanto a nivel internacional como nacional. La posición que adopten la banca, las aseguradoras y los nuevos agentes del sector será fundamental para el progreso y el cumplimiento de los objetivos fijados por las autoridades.

Su papel es relevante y sus responsables son conscientes de la transcendencia; por ello, cada vez más ponen en marcha iniciativas responsables con el cambio climático, de manera individual o colectiva. Las medidas no sólo afectan -como en un principio- a reducciones de papel y de emisiones, sino que son de mayor calado, hasta el punto de que están provocando modificaciones en los modelos de negocio. Ya hace años, el 82% de los directivos bancarios consideraba que los planes limpios iban a generar cambios estructurales de gestión, según un informe elaborado por CME Group y Storm Exchange, y han incentivado políticas de sostenibilidad.

Aun así, pese a los pasos ya dados, el nexo entre el mundo financiero y la sostenibilidad acaba de comenzar. Esta es una de las conclusiones a las que llega el experto Miguel Chamochín es un documento marco recientemente publicado por el Instituto Español de Estudios Estratégicos (IEEE).

Las entidades, que tienen capacidad para decidir qué proyectos o actividades pueden contar con recursos para su desarrollo a través de las líneas de financiación, se han unido a determinados programas internacionales, como los Principios de Ecuador o el Pacto Mundial (ONU). Con el primero se comprometen a adoptar unos criterios mínimos medioambientales a la hora de financiar grandes operaciones. La primera entidad española que se sumó a estos principios fue BBVA, en 2014. Después se han ido incorporando otras tantas, entre las que destacan las más relevantes por volumen de activos gestionados.

Para Chamochín los agentes del sector financiero "tienen la responsabilidad de informar y canalizar las inversiones a sectores que dinamicen la transición hacia una economía más descarbonizada y sostenible". A su juicio, "las inversiones que se realicen ahora determinan cómo el ser humano responderá en el futuro al cambio climático, especialmente en las áreas de infraestructuras y generación eléctrica, donde los activos tienen una vida de varias décadas".

Mecanismos variados

En los últimos años la banca ha impulsado diferentes mecanismos para fomentar políticas relacionadas con el medio ambiente, como la divulgación de información relativa al riesgo dentro del Consejo de Estabilidad Financiera, con la creación de un grupo de trabajo sobre este asunto. Otra palanca utilizada por el sector es la colaboración en plataformas para una financiación de proyectos limpios, entre los que destacan el Grupo de Estudio sobre Finanzas Verdes; la iniciativa financiera de la ONU UNEP FI; los Principios para la Inversión responsable (PRI); y los Principios para la Sostenibilidad en Seguros. Asimismo, la banca también ha puesto en marcha iniciativas para la canalización de la inversión hacia el desarrollo sostenible a través de la emisión de bonos verdes.

Este mismo año, 11 grandes bancos, entre los que se encuentra el Santander, se han sumado a la citada iniciativa financiera UNEP FI. Estas entidades se han comprometido a desarrollar herramientas analíticas e indicadores específicos para valorar y evaluar los posibles impactos.

Esta iniciativa se ha lanzado después de que el G20 encomendara al Consejo de Estabilidad Financiera el establecimiento de líneas maestras para las entidades con el fin de que el cambio climático no se convierta en un peligro para el equilibrio mundial y el crecimiento económico. En este marco, el sector está presionado para que cuantifique y publique de manera voluntaria los riesgos y las oportunidades relacionadas con la sostenibilidad del planeta, como si se tratara de una información financiera más, en sus auditorías anuales. No se descarta que un futuro próximo sea de obligado cumplimiento.

"Los 11 bancos son los primeros de su industria en adoptar elementos clave de este marco innovador", indicó este verano el responsable de ONU Medio Ambiente, Erik Solheim, quien añadió que "el mensaje de los pesos pesados del mundo financiero es claro: el cambio climático plantea una amenaza real y seria para nuestra economía». Además de Santander, en este compromiso se encuentran entre otros Barclays, Citi y National Australia.

Según el libro verde de la patronal de cajas de ahorros CECA, elaborado en 2015, el 94% de los bancos y un 93% de las cajas están comprometidos con una financiación sostenible. La presencia de éstas es mayor en energías renovables que sus competidores, que dominan en proyectos de tecnología limpia.

De manera individual, las entidades están comercializando cada vez más productos de inversión vinculados a las emisiones de gases de efecto invernadero y las energías renovables, destacando la intermediación en el mercado de intercambio de irradiación de CO2 y los incentivos financieros para que las compañías implementen tecnologías de eficiencia energética -es decir, que sean menos intensivas en el uso de carbón-.

Entre los productos lanzados en los últimos ejercicios, se encuentran fondos de energías renovables, así como líneas de crédito para su generación, sobre todo relacionados con firmas eólicas y solares, aunque las entidades también han promocionado a través de estos instrumentos las plantas de cogeneración y de biomasa.

En el caso de las cajas de ahorros, sus fundaciones impulsan también proyectos de investigación encaminados a un mundo más sostenible mediante los recursos que se destinan a través de la obra social. Así, en el último decenio estas organizaciones han apoyado la descontaminación de suelos o la realización de estudios sobre la reutilización de aguas residuales. En 2007, por ejemplo, las cajas de ahorros ya destinaban más de 94 millones al fomento de la I+D+i, dinero en el que se engloba el dirigido a medio ambiente y cambio climático.

Otro campo que ha explorado la banca es el respaldo a las instituciones públicas en su batalla por la mejora de la eficiencia energética, principalmente en todas las instalaciones estatales y de control autonómico y municipal. Por ejemplo, financian proyectos para la sustitución de los vehículos del transporte público que usan combustibles limpios o la puesta en marcha de plantas de tratamientos de residuos respetuosas con el medio ambiente.

Además de todas estas medidas para intentar luchar contra el calentamiento del planeta, la banca dispone de otra herramienta vital para cumplir con los objetivos previstos a nivel internacional. Las entidades financian a los clientes particulares para la adquisición de coches ecológicos, emiten tarjetas de crédito que compensan el CO2 que generan con las compras que se realizan con ellas y favorecen la rehabilitación de viviendas en las que se incorporan energías más limpias para una mayor eficiencia, tales como la instalación de paneles solares.

En su operativa, el sector bancario también es consciente del papel que puede desempeñar y desde hace tiempo está incrementando el uso de tecnología más respetuosa para la gestión y administración de sus actividades, con un menor consumo de papel o la sustitución de los suministradores. En todos los casos han diseñado planes para limitar la contaminación en su operativa. El proceso de digitalización de servicios y procesos ayudará a dar pasos de gigante en sus compromisos, ya que muchas de las contrataciones de productos por parte de sus clientes se realizará a distancia, principalmente con el teléfono móvil, con lo que no se necesitará documentación física.

Principios en el sector del seguro

El sector asegurador, al igual que el bancario, está también comprometido con el cambio climático. De momento los Principios para la Sostenibilidad en esta industria no son vinculantes, pero son seguidos por una parte importante de las compañías. Se basan fundamentalmente en integrar en sus procesos de toma de decisiones los aspectos generales para el fomento de las energías no contaminantes; en la colaboración con Gobiernos y reguladores para promover iniciativas concretas, y, por último, en la concienciación de clientes y socios comerciales para una mejor gestión de los riesgos y el desarrollo de soluciones.

En la estrategia individual de cada aseguradora hay aspectos relevantes encaminados a un mundo menos contaminante, hasta el punto de que algunas de ellas han llevado a cabo desinversiones en sociedades que emitían altos niveles de CO2 y han adquirido activos en firmas de energía renovable. Así por ejemplo, la francesa AXA tiene previsto triplicar el volumen de inversión en estas últimas, un compromiso que hizo hace ya dos ejercicios.

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