
El campo consolida su imagen de buen pagador. Pese a la grave sequía y las heladas tardías, que diezmaron la pasada campaña la cosecha cerealística o vitivinícola, el sector agrario volvió a reducir los créditos dudosos por cuarto año consecutivo. | Más noticias en la revista digital gratuita elEconomista Agro.
El volumen de crédito dudoso pasó de los 1.615 millones de finales de 2016 a los 1.435 millones del pasado diciembre, según los datos de la Subdirección General de Análisis, Prospectivas y Coordinación del Ministerio de Agricultura. Se consolida así una tendencia que comenzó en 2014.
La reducción del volumen de crédito en riesgo ha contribuido a que la tasa de dudosos volviese a bajar, en este caso por tercer año consecutivo, aunque esta variable se ha visto también favorecida por el incremento de la financiación total al sector.
Así, la tasa de créditos dudosos se situó a finales de 2017 en el 7,5 por ciento, frente al 9,1 por ciento de diciembre del año anterior. El campo continúa estando muy por debajo en este capítulo respecto al conjunto de las actividades productivas, con un 10,3 por ciento.
La industria agroalimentaria, por su parte, incrementó el volumen de crédito dudoso, que pasó de 1.288 a 1.382 millones, aunque mantuvo invariable su tasa en el 6,4 por ciento, en la escala más baja de las actividades productivas.
El tradicional cumplimiento de agricultores y ganaderos con sus compromisos financieros y el dinamismo del sector han contribuido a que el sector agrario, junto a la industria agroalimentaria, liderasen el pasado año el incremento del crédito.
Así, en el primer caso el endeudamiento creció un 8,1 por ciento hasta los 19.255 millones, mientras que en el segundo la variación interanual al alza fue del 7,6 por ciento para alcanzar los 21.596 millones. En el total de actividades productivas se produjo un descenso en la financiación del 2,2 por ciento. Se consolida así la tendencia de mejor comportamiento tanto de la agricultura como de la agroalimentación desde inicios de la recuperación económica, ya que en el trienio 2015-2017 el incremento acumulado del crédito fue del 19 por ciento en el sector agrario y del 15 por ciento en la industria agroalimentaria. En dicho periodo, el conjunto de los sectores económicos experimentó un descenso en el crédito de casi el 27 por ciento _-el 5,7 por ciento si no se incluyen ni el sector inmobiliario ni la construcción-.
Un primer análisis podría vincular el aumento del endeudamiento del sector agrario con las necesidades de circulante por los efectos de las malas cosechas de la producción vegetal. Los expertos, sin embargo, lo rechazan. Desde el Mapama señalan que, "aunque es cierto que los periodos de sequía suponen un incremento puntual de las necesidades de circulante", el progresivo incremento del crédito a corto plazo en el sector agrario está más relacionado con la "clara tendencia histórica, estructural" del alza del peso de los consumos intermedios sobre la producción, que ha pasado del 30 por ciento de finales de los años 90 al 4 por ciento actual.
En ese sentido, el Mapama destaca que "se observa un aumento del peso de las amortizaciones sobre el total de la producción, que desde los años 90 hasta nuestros días habrían pasado de representar un 8 por ciento de la producción final agraria a un 12 por ciento", un indicador que "guarda coherencia" con una tendencia al alza de las necesidades de financiación a la inversión, tanto a medio como a largo plazo.
Para Roberto García Torrente, de Cajamar, el incremento del endeudamiento tampoco responde a la necesidad de liquidez para paliar los efectos de la sequía y las heladas. En opinión del director de Innovación de la entidad financiera, "el sector ha tenido un comportamiento positivo durante los peores años de la crisis, lo que ha atraído la atención de muchos inversores que van buscando una cierta rentabilidad". A esto se une unas "condiciones de mercado especialmente favorables para ciertos productos, lo que ha provocado la inversión en nuevas plantaciones. En este sentido, los sectores más dinámicos han sido los cultivos de almendro y pistacho; la fruta en general -aunque con mayor incidencia en plantaciones de cítricos, subtropicales y uva de mesa-; se sigue invirtiendo mucho en nuevas plantaciones intensivas de olivar, y dentro de la ganadería cabe resaltar el fuerte impulso del porcino, que nos ha llevado a convertirnos en el primer productor europeo. También en el vacuno de leche se están realizando importantes inversiones para adaptarse a la nueva realidad post-cuotas lácteas".
El directivo va más allá y señala incluso que "los problemas provocados por la sequía durante los últimos meses y años ha hecho que el sector se sensibilice ante la necesidad de modernizar los regadíos, y ello está llevando a que se estén realizando inversiones tanto a nivel de comunidades de regantes como de los agricultores particulares, que están adoptando sistemas de riego de precisión más eficientes".
En el caso de la industria agroalimentaria, el Ministerio que dirige Isabel García Tejerina cree "relevante", a la hora de explicar el incremento de las necesidades de financiación, "el aumento de actividad exportadora de los últimos años, que ha llevado a los actuales máximos históricos". Como indicador apuntan que el peso relativo de los préstamos al sector agroalimentario en la línea ICO-Exportadores a corto plazo alcanzó en 2017 el 72 por ciento en valor y el 49 por ciento en número de los beneficiarios de todas las actividades económicas.
Para Roberto García Torrente, el fuerte temor que generó la crisis en la industria agroalimentaria, las llevó a realizar un gran esfuerzo en la búsqueda de nuevos mercados de venta, fundamentalmente a través de la exportación. "Los resultados han sido muy buenos, como muestra el hecho de que las exportaciones prácticamente se han duplicado entre 2009 y 2017. Y este fuerte aumento de las ventas y unas expectativas favorables han contribuido a que desde hace unos años se estén abordando nuestros proyectos de inversión, con el consiguiente incremento de la financiación".
La actividad de otro de los operadores relevantes del sector, Banco Sabadell, a través de su línea Negocio Agrario, refleja que el sector agrario continuó con su pulso inversor, ajeno a la difícil coyuntura de los cambios climatológicos. La entidad incrementó fundamentalmente su líneas de medio y largo plazo, para planes de mejora de instalaciones y exportación, además de otros capítulos como el anticipo de subvenciones y los convenios para la sequía.
Banco Sabadell incrementó en el último año un 4 por ciento su financiación al sector agrario y un 10 por ciento para el agroalimentario, con un volumen de negocio superior a los 3.400 millones de euros.
Contra el cambio climático
El pasado año, CaixBank, a través de AgroBank, que cuenta con una cartera de 348.000 clientes, además de adherirse a la línea de avales del Ministerio para mitigar los efectos de la sequía, también financió operaciones a largo plazo. La entidad señala como principales destinos la implantación de mejoras tecnológicas, innovación, nuevos cultivos, inversión en medidas contra el cambio climático. Su cartera de crédito ha pasado desde 2014 de 6.047 a 6.944 millones.
Hay otros indicadores, como el incremento de un 10 por ciento de las ventas de maquinaria agrícola, que confirman que los efectos del cambio climático no ha acabado con el apetito inversor en el sector.