
España es el mayor productor y comercializador mundial de aceite de oliva, una posición que, lejos de permitir caer en la autocomplacencia, pone al sector frente a su mayor desafío: gestionar adecuadamente ese liderazgo global para garantizar su sostenibilidad
Cómo lograr ese objetivo es la pregunta a la que algunos de los principales expertos en nuestro país tratan de responder en el libro Economía y comercialización de los aceites de oliva, editado por Cajamar y coordinado por los catedráticos Manuel Parras Rosa y José Antonio Gómez-Limón, que fue presentado el pasado jueves.
El libro, cuyos 24 capítulos se extienden a lo largo de más de 520 páginas, constituye la radiografía más completa sobre el sector oleico y pretende "favorecer la reflexión y el debate de las medidas a adoptar para seguir liderando el sector a nivel mundial", en palabras de Roberto García Torrente, director de Innovación Alimentaria de Cajamar, que añade en el prólogo que en situaciones de bonanza como la que vive el sector en nuestro país, derivada de la baja producción mundial, "es cuando deberíamos poner en marcha las iniciativas que permitan mitigar los efectos negativos que provocarán las abundantes cosechas, que seguro llegarán". De no actuar, se corre el riesgo de poner contra las cuerdas a esas explotaciones pequeñas y escasamente mecanizadas que aún proliferan en el olivar español.
Muchas son las propuestas que aporta un libro que se estructura en cuatro grandes líneas temáticas: las claves de la competitividad de nuestra oferta oléica, las relaciones entre el sector y el territorio, el proceso de internacionalización y las experiencias innovadoras a partir de la bioeconomía o la adaptación a la transformación digital.
Cultivo compartido
El aumento de la competitividad pasa, según los expertos, por incrementar la rentabilidad tanto de las explotaciones olivareras como de las empresas transformadoras y comercializadoras. En el primer caso, se proponen medidas para reducir los costes unitarios de producción, como la reconversión del olivar tradicional en intensivo o superintensivo, aumentar el número y dimensión de las centrales de compras de insumos y de servicios profesionales y desarrollar el cultivo compartido, consistente en la integración operativa de explotaciones, sin necesidad de realizar una unificación patrimonial, para gestionarlas de manera más eficiente con medios de producción comunes.
También apuestan por desarrollar el cultivo asistido, consistente en la gestión por parte de empresas especializadas. Entre sus propuestas se encuentra además facilitar la transferencia de derechos de agua de los cultivos menos rentables -cereales extensivos- hacia el olivar, posibilitando el aumento del regadío en estas explotaciones.
El aumento de la rentabilidad de las empresas transformadoras pasa, entre otras medidas apuntadas en esta completa publicación, por realizar fusiones entre empresas cooperativas y no cooperativas o elaborar aceites de oliva vírgenes extra con calidad diferenciada por su forma de elaboración: de producción integrada, ecológicos, biodinámicos, etc.