
Los viticultores franceses no dudan en calificarlas como el peor desastre en 25 años. Son las heladas que han recorrido el país, provocando pérdidas de al menos 1.000 millones de euros. Todo un golpe para una industria que exportó el año pasado 8.250 millones de euros en vino. El frío ha arrasado los viñedos desde Burdeos a Borgoña pasando por Champaña, y los que han logrado sobrevivir lo han hecho con una mezcla de recursos, planificación, localización y por último, pero no menos importante, suerte.
Los vinateros pueden asegurar sus viñas, pero pocos lo hacen por su alto precio y porque los seguros solo cubren el valor de las uvas que se pierdan, no el valor total del vino embotellado que se pueda perder, según recoge la agencia Bloomberg. Además, habitualmente tampoco pueden acogerse a las ayudas oficiales para los desastres naturales, lo que ha agravado las pérdidas.
Burdeos ha sido la zona más afectada, con un 60% del total del área dedicada al vino, lo que puede reducir la añada de esta región hasta en un 40%, según la federación vinícola de la región. Esta catástrofe supone solo por sí misma unas pérdidas de 1.000 millones de euros, una cuarta parte de la facturación habitual, que ronda los 3.500-4.000 millones, según la organización.
Las bodegas se habían preparado para lo que se esperaba que fueran las temperaturas más adversas desde la gran helada de 1991, cuando las pérdidas llegaron a ser del 90% de la cosecha. Por ejemplo, con lámparas gigantes destinadas a dar calor a las viñas y mitigar el frío. A veces, incluso con hogueras si era necesario.
Para otros, sin embargo, la geografía ha supuesto un contratiempo y no han logrado evitar las masas de aire frío que han arruinado las viñas. Algunos han perdido prácticamente todo en la zona de Burdeos, y aunque las zonas de Champaña y Borgoña han sido menos afectadas, se trata del segundo año consecutivo de fuertes heladas.
El calentamiento global en general ha traído cosechas prematuras, el frío es una amenaza en Francia. Este año, además, el riesgo se ha incrementado porque una primavera anticipada trajo los primeros brotes a las viñas justo antes de que volvieran los vientos heladores.
El lado bueno de las heladas
El lado positivo, como recuerdan algunos viticultores bordeleses, es que las uvas supervivientes suelen rozar la perfección, como ocurrió en 1945 y 1961, añadas legendarias para la zona. Además, la perspectiva de una caída de la producción podría disparar la demanda de vinos de la alabada cosecha de 2016, y por ende, los precios.
En la región de Champagne, alrededor de un 25% de las viñas habría sido afectada, si bien los vinos de aquí suelen ser mezcla de varias cosechas, por lo que pueden tirar de sus reservas de otros años para producir sus vinos. Sin embargo, los productores adviertes de que otro año más de mal tiempo podría empezar a provocar escasez.
Las heladas no han sido exclusivas de Francia. Gran parte de Europa las ha sufrido en abril: Alemania, el norte de Italia o el sur de Inglaterra también han traído de cabeza a los viticultores. En España, especialmente en el norte, también las heladas han dejado su huella, que además han venido combinadas con escasez de lluvias en abril y una campaña que iba adelantada.
Ribera del Duero, Navarra, Valencia y parte de La Rioja también han sufrido las bajas temperaturas, y han llegado a utilizar helicópteros para mover las masas de aire frío que puedan helar la cepa. Al mismo tiempo, con el vuelo se consigue que las masas de aire más caliente que se encuentran en las capas más altas de la atmósfera, desciendan hasta el suelo.
Pero sin duda la zonas más afectadas han sido El Bierzo, que ha pedido la declaración de zona catastrófica tras perder entre el 70 y el 80% de la cosecha, y Galicia, donde las temperaturas bajo cero han afectado al 95% de la cosecha en Monterrei, al 80% en Valdeorras, al 75% en Ribeiro y al 60% en Ribeira Sacra.