Agro

La agricultura de regadío gana en sostenibilidad: crece en superficie y reduce el consumo de agua

  • España es la segunda a nivel muncial en la implantación del goteo, que riega una de cada dos hectáreas
  • La modernización alcanza ya el 75,9 por ciento de la superficie, muy por delante de nuestros vecinos europeos
En España se riegan 3,7 millones de hectáreas
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El regadío gana en sostenibilidad. En la última década nuestro país ha incrementado la superficie en 400.000 hectáreas mientras mantiene una tendencia a la baja en consumo de agua. Una de cada dos hectáreas que se riegan lo hacen por goteo, en el que somos los segundos a nivel mundial.

Según la Encuesta sobre Superficies y Rendimientos de Cultivos del Ministerio de Agricultura, Pesca y Alimentación (MAPA) en 2018 se alcanzó una superficie de regadío de 3.774.286 hectáreas, 399.654 más que diez años antes. Este aumento ha ido en paralelo a una evolución decreciente del consumo de agua. Entre los años 2008 y 2012, el volumen consumido por los agricultores rozaba o superaba los 16.000 hectómetros cúbicos, mientras ahora se sitúa por debajo de los 15.000 hectómetros, según la información del Instituto Nacional de Estadística. El Ministerio de Agricultura apunta otro dato en la misma dirección. En el año 2002, el sector agrario representaba el 80 por ciento del agua total consumida en España. Actualmente, esa cifra ha descendido hasta aproximadamente un 65 por ciento.

En los últimos diez años la disminución del denominado regadío por superficie o gravedad, popularmente conocido como "a manta", con apenas una eficiencia del 50 por ciento, ha pasado de las 1.082.604 hectáreas a las 908.075, es decir 174.529 hectáreas menos mientras, los sistemas que no derrochan agua han ido ganando terreno.

El más sostenible, el localizado o por goteo, con una eficiencia del 90-95 por ciento, es el que más ha avanzado en esta década, con 440.482 hectáreas más, un 16,19 por ciento. Los sistemas de aspersión y automotriz (pivots), vinculados a los cultivos extensivos y en los que las pérdidas apenas alcanzan entre el 15 y el 20 por ciento, también han ido avanzando, con 90.309 y 59.855 hectáreas.

El resultado es que la modernización de regadíos alcanza ya el 75,9 por ciento de la superficie, muy por delante de nuestros vecinos europeos. Según datos de la Comisión internacional de riegos y drenajes aportados por el MAP, en Italia es del 57 por ciento, en Francia del 51 por ciento y en Portugal, del 10,3 por ciento.

En el caso del goteo, ocupa el 47,3 por ciento, lo que nos sitúa, tras Israel, en el segundo puesto a nivel mundial, donde apenas se utiliza riego localizado en el 6 por ciento de los más de 330 millones de hectáreas de superficie regable.

En la UE-28 hay unas 10 millones de hectáreas en regadío, España está a la cabeza (29,1 por ciento), seguida de Italia (28,7%), Francia (14,3 por ciento), Grecia (11,7 por ciento) y Portugal (4,7 por ciento).

"Papel esencial"

La agricultura de regadío española es responsable de más del 65% de la producción vegetal y uno de los pilares del sistema agroalimentario, que representa el 12 por ciento del conjunto de la economía española, apuntan desde el Ministerio. "Por ello, no hay duda de su papel esencial para nuestra sociedad y nuestra economía. Las funciones del regadío van más allá de proporcionar alimentos suficientes, sanos y de calidad a la población, y de abastecer a la industria agroalimentaria, primer sector industrial del país. La agricultura de regadío es clave para la sostenibilidad socioeconómica del medio rural, contribuyendo a la fijación de población", afirman.

El avance ha sido posible gracias a un importante esfuerzo industrial. Sólo la Sociedad Estatal de Infraestructuras Agrarias (SEIASA) ha modernizado desde 1999, un total de 542.617 hectáreas, con una inversión global de 1.934 millones de euros, que ha beneficiado a 193.619 regantes en 281 obras terminadas.

En este periodo, mediante la concurrencia y el esfuerzo de las Administraciones y de los regantes ha sido posible actuar sobre un total de 1.470.000 hectáreas. Ello ha llevado parejo un enorme esfuerzo económico del sector y la inversión de unos 3.000 millones de euros por parte de todas las administraciones implicadas.

Pero si la modernización de regadíos ha sido fundamental en la mejora de la agricultura española, su papel es todavía más transcendental ante los desafíos medioambientales a los que nos enfrentamos. Según apuntan desde el Ministerio de Agricultura, "el crecimiento de la demanda global de alimentos llevará consigo una demanda específica de agua y energía provocando que el sector agroalimentario ejerza una importante presión sobre el medio natural. La modernización de regadíos constituye una respuesta estratégica integral en el ámbito del agua, suelo y biodiversidad para conseguir el equilibrio entre la intensificación sostenible de la producción alimentaria de calidad y la mitigación de los efectos producidos por el cambio climático".

Para la Federación Nacional de Comunidades de Regantes (Fenacore), las políticas tienen que estar enfocadas a la culminación de la modernización de los sistemas de riego, de manera que se continúe incrementando la eficiencia del binomio agua-energía pero a la vez se debe disponer de las infraestructuras necesarias para tener agua garantizada, poder amortizar los costes de estas infraestructuras y sobre todo poder mitigar también los efectos negativos del cambio climático, reduciendo los daños de las inundaciones y pudiendo disponer de agua en los periodos de sequía.

Cobertura del 94%

Por cultivos, los cereales son el grupo con mayor superficie de regadío (889.411 ha - 23,57 por ciento) seguidos por olivar (818.505 ha - 21,69 por ciento) y viñedo (389.553 - 10,32 por ciento).

El riego localizado está especialmente implantado en cultivos como el viñedo y el olivar, donde la cobertura alcanza el 94 por ciento. Es también ampliamente mayoritario en frutales, tanto cítricos como no cítricos, por encima del 80 por ciento, mientras que en hortalizas -incluidos los invernaderos- alcanza el 57,38 por ciento.

El riego por aspersión es mayoritario en los tubérculos, como patatas y remolacha. También es relevante en otros cultivos herbáceos como leguminosas, industriales y cereales donde supone más del 30 por ciento de sus superficies de regadío. Mientras, el riego automotriz es preponderante en leguminosas y cultivos industriales, con el 39,64 por ciento y 22,85 por ciento respectivamente de la superficie regada de estos grupos de cultivo.

La superficie regada por gravedad se localiza mayoritariamente en las Comunidades Autónomas de Aragón (20,31 por ciento), Andalucía (18,71 por ciento), Cataluña (13,73 por ciento) y Castilla y León (12,78 por ciento) debido fundamentalmente a la presencia en estas comunidades de los cultivos herbáceos. Otras comunidades donde este sistema es también importante son Extremadura (9,90 por ciento) y Comunidad Valenciana (9,26 por ciento).

El riego por aspersión se concentra mucho más que el de gravedad encontrándose en las Comunidades Autónomas de Castilla y León (27,70 por ciento), Aragón (21,55 por ciento), Castilla - La Mancha (18,11 por ciento) y Andalucía (11,79 por ciento). En su conjunto representan el 79,15 por ciento de la superficie regada por aspersión en toda España.

Las ventajas del regadío

-Reduce la erosión. La capa vegetal que genera los campos puestos en regadío evita el avance de la desertificación, ya que retiene las partículas del suelo. El aumento del contenido en materia orgánica y el sistema radical de las plantas fijan la estructura del terreno evitando su desmoronamiento.

-Aporta oxígeno. Las plantas emiten grandes cantidades de oxígeno a la atmósfera gracias a su función clorofílica. La actividad fotosintética de las plantas puestas en regadío se incrementa por lo que también lo hace el aporte de oxígeno a la atmósfera.

-Consume dióxido de carbono. Ligado al punto anterior, la función clorofílica de las plantas consume una gran cantidad de CO2, lo que se traduce en un eficaz aliado contra el pernicioso efecto invernadero.

-Efecto multiplicador en la economía: Una hectárea de regadío produce seis veces más que una de secano; la renta para el agricultor es cuatro veces superior y es el soporte a la industria agroalimentaria.

-Permite diversificar los cultivos y aumenta la productividad. La diversidad de los cultivos resulta mucho más elevada y la productividad es mucho mayor en zonas puestas en regadío

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