
Autónomo y joven; universitario, de Madrid o Barcelona y joven; franquiciado y joven; solo, incomprendido, pesimista y joven. No hay un único perfil de emprendedor en nuestro país, pero sí una característica común a todos ellos, una horquilla de edad que oscila entre los 25 y 40 años.
Hay otra característica que se repite: la necesidad. El emprendedor se lanza a la aventura de crear su propio puesto de trabajo -empresa o autoempleo puro y duro- empujado por la necesidad, a causa de la falta de oportunidades en el mercado laboral, no por convencimiento. Es la motivación que mueve al 37% de los emprendedores, según el Observatorio del Clima Emprendedor, elaborado por la Fundación Iniciador y Sage.
A la necesidad se suma la falta de apoyo. Para el 36% de los emprendedores, el Estado debe ser el organismo que les ayude a poner en marcha su negocio. Pero la situación no mejora, y sólo el 10% de los autónomos y el 12% de las empresas considera que emprender es más fácil con el Gobierno actual, frente al 39% de los autónomos y el 34% de las empresas que cree que es más complicado.
'Fabricarse' un trabajo
Contar con un negocio propio se ha convertido en una de las opciones más factibles para acceder a un puesto de trabajo, una opción a la que recurren tanto autónomos como empleados por cuenta ajena. Y la franquicia es una de las fórmulas preferidas.
Hay tres colectivos especialmente interesados en este modelo de negocio: los parados, los dueños de pequeños negocios familiares y un creciente número de jóvenes, según los datos que maneja la organización de Expofranquicia. A estos tres grupos se une un nuevo colectivo que va en aumento: personas con alta capacidad inversora que proceden en gran medida del empresariado afectado por la crisis. Proceden mayoritariamente del sector inmobiliario y financiero, y suelen invertir en alimentación, restauración y hotelería. También es el caso de los ejecutivos en tránsito, despedidos de sus puestos de trabajo y que invierte sus indemnizaciones en negocios que les permita mantener su disponibilidad en el mercado laboral.
Hombre con formación universitaria o de postgrado, de 25 a 44 años, y que procede principalmente de Madrid y Barcelona, es el perfil del emprendedor español de empresas emergentes con base tecnológica, según el estudio realizado por Spain Startup y el IE Business School.
Tasa de mortalidad
En el caso del emprendedor de startup la financiación no es el principal escollo, ya que el 46% de los proyectos cuenta con financiación propia y sólo un 20% dispone de inversión externa, según el análisis realizado por Spain Startup. Eso sí, para el siguiente paso, si se quiere que la empresa crezca, se extienda y genere riqueza, la financiación se hace imprescindible. Es una de las causas que explica la alta tasa de mortalidad de este tipo de empresas a partir del tercer año de vida. Si falta capital se hace muy difícil consolidar el negocio. Por ello, sólo uno de cada diez startups supera los tres años de vida, recoge el análisis de la consultora, mientras que en Estados Unidos sobreviven una de cada cuatro.
Respecto a la procedencia geográfica, existe una correspondencia entre las comunidades autónomas que generan más empleo y las que tienen más proyectos de emprendedores, con Madrid y Cataluña a la cabeza, con un 27% y un 26% respectivamente. Le sigue Andalucía, con un 8%, y el País Vasco y Valencia, ambas con un 7%.
Más difícil que hace un año
El 92% de los emprendedores españoles, tanto autónomos como empresarios, considera que en nuestro país no se fomenta la creación de empresas, según el Observatorio del Clima Emprendedor, un estudio con el que la Fundación Iniciador y Sage evalúan anualmente el ecosistema emprendedor de nuestro país. La cifra ha ido en aumento, porque el año anterior el 81,5% de los emprendedores consultados consideraba que en España no se fomenta el emprendimiento.
Según el estudio, que valora datos de 2012, el emprendedor español es una persona con ganas de salir adelante con su trabajo y esfuerzo, pero que demanda ayuda y apoyo de los organismos públicos para seguir con la labor de crear empleo, es decir, para pasar de la fase de creación de un proyecto a la de consolidación, el principal problema en nuestro país. Además, para el 33% de los autónomos y el 27% de los empresarios, nadie -ninguna persona, entidad u organismo- les ha apoyado a la hora de poner en marcha su negocio. Con una excepción, la familia, que brinda apoyo incluso económico al 33% de los autónomos y al 35% de los empresarios.