No hace falta remontarse a la época del Pleistoceno. Basta con echar un vistazo a las hemerotecas y buscar artículos publicados hace apenas un par de años dedicados a los emprendedores. Ni rastro de ellos en España. Eso era cosa de Estados Unidos, ese país donde todos parecen nacer con un dólar bajo el brazo y con el virus del capitalismo corriendo por las venas desde la cuna. Aquí, en nuestra maltrecha piel de toro, el 70% de los universitarios siguen prefiriendo aprobar una oposición o trabajar en una multinacional como opción de vida. Lo de montar una empresa parecía, hasta ahora, cosa de otros.
Pero de un tiempo a esta parte, los amigos del lenguaje coloquial no paran de repetirlo: salen emprendedores hasta de debajo de las piedras. Y surgen unas cuantas preguntas: ¿emprender es la única solución a los problemas del paro? ¿es emprender o es sobrevivir? ¿hay vocación o necesidad? ¿no estaremos ante una burbuja emprendedora que acabará, como todas, estallando? Hemos reunido a seis personas que saben del tema para que respondan a éstas y otras cuestiones.
María Benjumea, fundadora de Infoempleo y promotora de Spain Startup & Investor Summit -evento que reunirá en octubre en Madrid a lo más granado del ecosistema emprendedor-, se encarga de romper el hielo ante unos compañeros de coloquio que empezaron tímidos pero que acabarán por llegar tarde a sus respectivas citas para comer. "Tenemos que tener claro de una vez por todas que los tiempos han cambiado. No todo el mundo crea una empresa, pero sí se puede tener espíritu emprendedor. Puedes ser tu propio proyecto", explica.
Nuevo modelo
"Sinceramente no creo que estemos ante una burbuja, sino ante un nuevo modelo, algo completamente distinto. Los parados no entrarán en el mercado del modo al que hasta ahora estábamos acostumbrados. Y hay muchos con enormes capacidades. Emprender es una de ellas", cuenta.
Lo que está claro es que se está promocionando el concepto. Carlos Pardo fundó hace años una empresa de microelectrónica, KDPOF, y cree que a los entonces optaron por emprender se les consideraba "raros". "Muchos jóvenes tienen en cuenta que es imposible conseguir trabajo y optan por hacerlo, pero si existe una burbuja que crece tiene que pinchar -porque es necesario que todo se ajuste-, prefiero que sea ahora", comenta.
Se pone en ese momento sobre la mesa otro de los mantras acerca de este tema, aquel que relaciona las palabras emprendedor y empresario. ¿Son lo mismo? ¿Son enemigos o uno no puede vivir sin el otro? El encargado de abrir fuego es Javier Ulecia, de Bullnet Capital. Cree que hay demasiados tópicos alrededor de ambas figuras y manifiesta sus temores acerca de esta posible burbuja. "Se está inviertiendo tanto dinero por parte de organismos públicos y privados que como no se obtenga rentabilidad..., que al final es lo que se busca", dice. Mejor, cree, pensar en el largo plazo a la hora de hablar de este tema. "Hay que tener mucho cuidado en no sobrecalentar", añade.
Esa cautela de Ulecia se transforma en positivismo cuando toma la palabra Juan Mora, director de Desarrollo de Negocio de Sage. Cree que en momentos de crisis las cosas se desestabilizan -"se vuelven un poco locas"- y no se atreve a afirmar que existe una burbuja, pero cree que se está empezando a despertar un espíritu emprendedor al que no pone pegas. "El perfil que manejamos en nuestro observatorio indica que estos nuevos empresarios son hombres, con más de 40 años y con mucho pasado en la empresa privada", manifiesta.
Un perfil que parece tranquilizarle pero del que define su talón de Aquiles: "Necesitan conocimientos de gestión, es donde vemos que suelen fallar". Antonio Delgado, de Natac, añade detalles: "Creo que conocemos bien el producto y el segmento en el que vamos a trabajar, pero luego el engranaje de la maquinaria no es tan sencillo". Mora explica que, dentro del contexto, conviene diferenciar entre aquel que se lanza a arrancar un negocio por convicción o aquel que lo ve como una salida para capitalizar el paro.
Palabra 'viciada'
Josep Maria Echarri, por su parte, lo tiene bastante claro: "El concepto se está desprestigiando y el discurso político ha ayudado". Echarri es consejero delegado de Inveready Technology Investment Group y cree que a veces se utiliza la palabra emprendedor porque no nos atrevemos a llamarle empresario.
Surgen entonces algunos de los tópicos asociados a esta palabra, muy alejados a la persona que arriesga su patrimonio por consolidar una idea y demasiado cercana a conceptos como explotador que sueña con una vida entre Rolex y Mercedes-Benz. "¿Burbuja? No creo. Se crean menos que empresas que en 2007, cuando comenzó la crisis", dice.
Javier Ulecia matiza: "No olvidemos un tema muy importante y por desgracia habitual: la mortalidad de este tipo de negocios. Estamos en un país no sólo de pymes, sino de micropymes que no crecen". De hecho, algunos informes revelan datos demoledores, como el de la mitad de las empresas que se crean mueren antes de los cinco años de haber nacido. Josep Maria Echarri responde: "¿Cómo van a crecer? ¡Si no tenemos sistema financiero, así es imposible que lo hagan!".
"Yo no creo que haya burbuja, ese fenómeno sólo se daría cuando algo se sobreexcede, y no parece el caso. Lo que hace falta es que se emprenda, tanto dentro como fuera de la empresa", dice con voz muy baja, pero de forma rotunda Antonio Delgado, director general de Natac.
Necesidad de experiencia
En lo que todos se ponen de acuerdo es en la necesidad de experiencia a la hora de montar una empresa para reducir los índices de mortalidad prematura, y en la oportunidad que supone para muchos la aventura. "Mucha gente no pensaba que sería la opción por la que tendría que pasar. Algunos -y baja el tono de voz- estaban muy acostumbrados a una moqueta así de gorda", explica Javier Ulecia con una sonrisa. Otro de los asistentes se refiere al caso de un conocido al que lo de emprender le hizo probar cosas nuevas, como volar en turista. "No es broma", insiste.
Carlos Pardo aprovecha para recordar su época de moqueta y de vida con olor a cierta comodidad. "Trabajaba en HP, en Sant Cugat del Vallés, y aquello funcionaba como cualquier locomotora: si las cosas van bien, da igual; y si van mal, también da igual. Pero abandoné esa comodidad y me fui a una start-up de Valencia, a la que vi crecer de los cuatro a los 150 empleados que éramos cuando me marché", cuenta.
Antonio Delgado, de Natac, reconoce que ese cambio de vida muchas veces depende de situaciones personales. "Con más de 40 años y si tienes hijos ese tipo de decisiones cuestan más. Aunque al final se trata de ser el dueño de tu propio destino", explica. "Cambias la moqueta pero también te encuentras con un salario emocional", dice Juan Mora.
Hablando de salarios, la financiación fue otro de los temas que salió en esta conversación a seis bandas. Financiación que escasea y las trabas a las que se exponen muchos empresarios. Antonio Delgado aprovechó para ponerle voz a su protesta: "Sinceramente, creo que cuanto mejor lo haces, más te penalizan". Como en el caso del IVA, expuso.
Los que invierten
Sí hay financiación, advirtió Javier Ulecia. Y a pesar de los recortes, las distintas Administraciones siguen ofreciendo capital, especialmente para procesos de innovación e internacionalización. ¿Y por parte de instituciones privadas? "Lo que está claro, dijo, es que el mundo del venture capital no es un negocio". Sabe de lo que habla porque es precisamente a lo que se dedica. Y eso sin contar que según el informe Global Entrepreneurship Monitor (GEM), del total de inversión privada del emprendimiento, el 92,5% correspondió a inversores informales, lo cual implica a un 3,4% en España.
¿Qué es lo que falta entonces? Cada uno aportó el concepto que consideró conveniente: unos hablaron de arrojo. Otros de complejos y escasez de viajes. María Benjumea insiste en que lo que hace falta es aumentar el ruido, perder el pudor, y encontrar a la pareja perfecta, formada por un equipo y financiación.
Recopilemos algunos temas más de los que salieron en estas más de dos horas de conversación: cainismo, envidia, mentira, idiomas... "En España tienes que hacerlo el doble de bien para que quede la mitad de bien. Si compras tecnología sueca, americana o israelí y falla no pasa nada. Si se trata de maquinaria española alguno dirá: ¿A quién se le ocurre?", explicó Carlos Pardo.