
Patricia Araque (Madrid, 1978) vio una oportunidad en su pueblo y decidió emprender. Con 24 años montó su propia academia de inglés. ¿Poseía el gen emprendedor? Lo niega. "La mayoría de las personas con las que yo me topo a día de hoy que quieren emprender no lo hacen por su ADN, lo hacen por necesidad, porque muchas veces no te queda otra en el contexto en el que estamos", confiesa la emprendedora.
Más tarde, en 2009, fue cuando encontró otra oportunidad: la web 2.0, una herramienta con la que las mujeres podrían empoderarse y crear sus propias empresas en la economía digital. Nació así Ellas 2.0, una iniciativa con la que acompañar a mujeres a conseguir emprender sus proyectos gracias a la tecnología.
"Parecía que en aquel momento la única salida para salir de la crisis era crear muchas empresas y generar mucho empleo. En ese momento como que nos volvimos todos muy locos, nosotras incluidas. Lo digo y asumo mi parte de culpa", comenta Araque cuando habla del giro que dio el proyecto. Bautizado hoy como Ellas al Cuadrado, basa su actividad en un discurso que no solo promueve el emprendimiento femenino en la economía real, sino que busca explicar que otro modelo de emprendimiento es posible. "Lo que nosotras intentamos es replantear el discurso hegemónico del emprendedor". Su forma de trabajar en el panorama emprendedor defiende el movimiento 'slow startup', que deja a un lado el estrés obsesivo característico del mundo emprendedor, intenta crear empresas más humanas y vive menos pendiente del 'venture capital'.
"Cuando ese discurso lo oyes de una emprendedora keniata o de una de Yibuti es que aquí hay algo más", reflexiona Araque cuando recuerda su viaje por Estados Unidos en marzo de 2016 gracias al International Visitor Leadership Program sobre Mujer y Emprendimiento, promovido por el Departamento de Estado de EEUU. Durante esas tres semanas, en las que compartió con otras 24 mujeres una experiencia que ha marcado un antes y un después en su vida, comprendió que su filosofía de trabajo era aplicable a cualquier emprendedora del mundo. "Es verdad que hay algo que tiene que ver con el tema de género, pero tiene que ver más con cómo abordamos el trabajo las mujeres y cómo hemos decidido que tenemos que emprender en lo digital, que es muchas veces lo que hemos importado de Silicon Valley, y lo hemos dado como válido sin cuestionar nada", defiende esta embajadora para España del Women's Entrepreneurship Day.
Tras ese proceso de madurez, el proyecto ya cuenta hoy con su propia "tranquilizadora de startups", Ellas BizLab, que pretende "construir juntas nuevos modelos de empresa digital". Patricia Araque no necesita un pitch con el que defender su proyecto, solo habla de la realidad del mismo: proyectos que satisfacen verdaderas necesidades, cooperación y flexibilidad en un horario de trabajo. Está sentada en un sofá de elpuente, un espacio de "aprendizaje entre pares" ubicado en Matadero Madrid en el que ha puesto en marcha 'Ellas Paran', un lugar de encuentro en el que escuchar las verdaderas necesidades de las emprendedoras. Araque parece tranquila, algo propio una persona que sabe priorizar, conciliar y estar segura de lo que hace. No interrumpe preguntas y respuestas con llamadas, no revisa la bandeja de entrada de su e-mail durante la entrevista, se centra en hablar de lo que sabe, de la importancia de dar valor a la vida que hay detrás de un emprendedor.
He leído que para usted son suficientes cuatro o cinco horas al día para sacar adelante sus proyectos. ¿Cómo lo consigue?
(Se ríe). Fue en enero de 2014 cuando decidí hacerlo, a la vuelta de un viaje a Miami. Nosotras, Ellas al Cuadrado, pusimos en marcha un evento allí en colaboración con el Banco Interamericano de Desarrollo. Se organizó una pitch conference, en la que se hacen las típicas competiciones de emprendedores con un pitch delante de inversores. Toda esa conferencia estaba centrada en mujeres emprendedoras, y nosotras colaboramos con el organismo para llevar emprendedoras de toda la región latinoamericana. Para mí esa experiencia fue muy divertida porque llevaba trabajando casi dos años con emprendedoras de la región de manera virtual. Ahí les puse cara y cuerpo a todas, las pude tocar.
A nivel personal fue una pasada, pero el perfil de emprendedora que habíamos conseguido llevar a Miami para participar en esta iniciativa realmente no lo necesitaba. Empecé a preguntarme si tenía sentido lo que estábamos haciendo cuando en realidad muchos de los inversores con los que estaban contactando eran amigos de sus familias. En muchos países de Latinoamérica el hecho de tener un visado para poder irte a Estados Unidos ya significa que tienes un estatus determinado. Se abre un proceso de reflexión. Por otro lado, la tecnología es una palanca muy potente para empoderar a las mujeres, pero en un momento hemos pasado de querer más mujeres utilizando tecnología para empoderarlas económicamente, a querer más mujeres emprendiendo con capital de riesgo detrás. Al final es este modelo de crecer a lo bestia, generar tracción y vender en un plis plas. ¿Cómo hemos llegado hasta aquí? No lo sé... Te arrastran, es un mundo glamuroso, etc.
Conocimos a mujeres que habían llegado hasta ahí, pero que salían por una serie de componentes tóxicos y mucho sufrimiento, de experiencias vitales chungas. Son muchas las mujeres que no entienden que el fracaso no es por ellas, sino por un modelo en el que no encajan y ya está. Y ahí es cuando empezamos a hacer la reflexión. Nos planteamos que igual había que explotar otras maneras, igual había que legitimar, igual había que decir que las cosas se pueden hacer de muchas otras formas. Esto no sucede de un día para otro. De hecho, no es hasta noviembre de 2014 que escribo un post sobre las 'low startups'; pero a partir de ese viaje yo decidí que iba a trabajar cuatro o cinco horas al día como máximo, que iba a intentarlo a ver qué pasaba. Y sigo a día de hoy. ¿Cómo se consigue? Poniéndote un límite. Lo que no te da tiempo a hacer hoy lo dejas para mañana. Igual que te pones un límite a las 12 horas, si trabajas 12 horas al día, porque no se te ocurre trabajar 24, pues yo paro a las 5. Y ya está.
Mientras tanto la startup sueña con disponer de 40 horas al día para llegar a sus resultados.
Se supone que tienes que estar ahí. Una reflexión que ha salido en los dos 'Ellas Paran', y yo esto lo he vivido y lo vivo todavía a veces, aunque te vas acostumbrando, es que este trabajo de cuatro o cinco horas en el entorno en el que estamos lo vives muchas veces con culpa y con vergüenza. Te da vergüenza contarlo según a qué persona, pero de verdad que no se acaba el mundo. Es cierto que de repente hay una semana en la que yo tengo dos días en los que tengo que trabajar ocho horas, pues ya está. En el último 'Ellas Paran' antes de llegar tuve un día horrible, de verdad, de pérdida de control total, de ver que estás acelerada, de ver que llegas tarde a un sitio, que por otro lado es lo habitual para muchas personas. Si tengo que pasar así tres días seguidos, peto. Al final se trata de generar hábitos. Hay cosas que optimizas, las haces de otra manera, y otras que dejas de hacer y no pasa nada.
La startup parece vivir también acelerada y obsesionada por algo que usted aborrece, el venture capital. ¿Cree que el bootstrapping es viable para cualquier proyecto?
No lo sé si en cualquiera, pero creo que en más de los que nos pensamos, y no tengo la verdad absoluta ni quiero ser rotunda, porque si no todo el mundo estaría bootstrappeando. Yo creo que hay proyectos que en un momento determinado sí necesitan de esa financiación, igual que hay proyectos en los que si tienes un proyecto pequeño y quieres expandirte o abrir otro local, vas y pides un préstamo al banco. También es verdad que no todos los proyectos necesitan eso, que es un poco al final en lo que hemos caído. No todos los proyectos son aptos para invertir, no todos los proyectos se pueden beneficiar de un modelo así y, sobre todo, no al principio, cuando ni siquiera hay un producto, ni siquiera hemos vendido un euro a un cliente... Hay un montón de proyectos digitales en el mundo y muchas startups que no venden nada. Sí que es verdad que muchas tienen un punto de innovación de la leche y que necesitan desarrollar unas tecnologías que o hay una inversión detrás o no salen, pero hay otras que no.

Patricia Araque, fundadora de Ellas al Cuadrado. Imagen de Lucho Dávila.
¿Qué le respondería al business angel que tocara su puerta?
Pues depende de para qué proyecto y depende de qué business angel. Igual un business angel en un momento determinado de tu proyecto, en función de lo que estés buscando y del control que tengas sobre el mismo, es interesante. Porque ya no es solo que interese por el dinero, sino por los contactos y por el conocimiento que te puede proporcionar. Lo que sí es verdad es que la gente ha asumido que todos los proyectos tienen que seguir ese camino, y no es así.
En caso de recibir una negativa probablemente continuaría su búsqueda, a la caza de un nuevo unicornio con el que crecer de forma exponencial.
Sí. Aunque también hay inversores que no buscan el unicornio. En San Francisco está la gente de Indivisible, que tienen otra filosofía de trabajo completamente distinta, y que apuestan por empresas reales, que llaman ellos. Ni hay decir de entrada que no, ni decir de entrada que sí a todo. Nos ha valido cualquier cosa.
¿Es real el mundo del emprendedor?
Hay muchas excepciones, y dentro del mundo startup hay mucha gente que ha hecho bootstrapping y ha sacado a la luz sus proyectos. Siempre pongo los mismos ejemplos, porque son como los que, por la contranarrativa y el contratrabajo que llevan a cabo, más encajan en el modelo de éxito emprendedor. Es la gente de Basecamp, o Limor Fried, esta última fundadora de Adafruit Industries. También está la gente de MailChimp, que empezaron haciendo boostrapping, aunque en fases posteriores hayan incorporado inversión.
Creo que ha habido momentos en los que el mundo del emprendedor si no ha sido real, sí poco realista. Para mí un negocio no es tener financiación, es tener clientes y hacer dinero, y esta definición no es mía, es de Alicia Morgan, una emprendedora americana.
¿Pinchará la burbuja en algún momento?
Pues no lo sé. Hay muchas cosas que no vemos. Sí que es verdad que al final el discurso glamuroso es el de las empresas que levantan un montón de dinero, pero luego hay muchas que se están quedando por el camino.
¿Es real Silicon Valley?
Es real porque está ahí, pero no sé si eso es sostenible a nivel humano. Cuando te pasas una temporada trabajando allí te das cuenta que a largo plazo, o reciclas mucho a la gente o es imposible. Las temporadas que he estado trabajando allí me he vuelto medio loca. También es verdad que hay gente que sí soporta esos ritmos. Hay gente que está feliz en esas dinámicas, que disfruta de ello y que crece profesional y personalmente; pero al igual que yo, también hay mucha gente que no disfruta.
Usted dice que ve demasiado acto heroico y titular en letras grandes en ese ambiente. ¿A quién pretende impresionar este modelo de negocio?
El otro día lo hablábamos en 'Ellas Paran'. Es un tema de ego. Se quiere impresionar muchas veces al propio inversor, porque al final entras en esa dinámica en la que hay una hipervisibilidad.
Usted defiende el pitch hacia el cliente, no tanto hacia el inversor.
Claro. La herramienta que utilizamos en Ellas BizLab lo llamamos el "pitch para perezosas", que es el pitch con el que el cliente no tenga que hacer un esfuerzo intelectual. Es un pitch que no está centrado en lo maravillosos que somos nosotros como empresa, y en nuestro producto. Está centrado en cómo te vamos a solucionar ese problema que tú tienes. No se trata de ideas grandiosas y maravillosas, sino de soluciones que la gente necesita. Las necesita tanto que están dispuestos a pagar por ellas. En realidad no estamos reinventando nada.
El acto heroico sí parece ser necesario cuando una mujer quiere emprender en España.
A ver, no es un camino fácil, pero sí que es verdad que el tema de la heroicidad alrededor del emprendimiento se nos ha pasado un poco de la mano. ¿Realmente es una heroicidad? En el caso de la mujer es más difícil, tienes más trabas a la hora de emprender que un hombre, pero el emprendimiento no deja de ser otra carrera profesional más. Al final para mí es igual de heroico levantarte todas las mañanas a las seis sabiendo que hasta las cinco de la tarde no sales de la oficina; porque yo no sería capaz de hacerlo, para mí eso también es muy heroico. Meterte todos los días en un atasco porque tienes que pagar una hipoteca, sacar adelante a tus hijos es muy heroico también. O dedicar tu carrera a la política con la mierda que te cae encima. Sobre lo que lo que reflexiono últimamente es por qué hemos decidido o qué nos ha motivado para que hayamos colocado el emprendimiento en una posición tan heroica. ¿Por qué? Pues porque beneficia. Al final nos encontramos en una coyuntura de desempleo y es muy interesante decir eso de que "tú si no tienes trabajo es porque no quieres, porque te lo puedes currar y puedes montar una empresa". Y eso no es justo, porque no todo el mundo puede hacerlo. Estamos dejando la responsabilidad de eso en el individuo, cuando no depende solo de uno mismo.
Ha mencionado las jornadas maratonianas fuera de la oficina, que entronca con el eterno debate sobre el equilibrio entre trabajo y vida personal. ¿En qué fase se encuentra la conciliación en nuestro país?
La conciliación cuando te la llevas al mundo corporativo es completamente diferente a cuando lo piensas en al ámbito no solo del emprendedor, sino de la gente que trabajamos por nuestra cuenta. En este último caso tus horarios están súper difuminados, o porque trabajas un montón, o porque trabajas todo el rato, aunque sea a bajo nivel, pero estás conectado. También depende del tipo de proyecto que tengas. Es totalmente distinto. Creo, y esto ya partiendo de una lectura más desde los feminismos, que queda una revolución pendiente que tiene que ver con que los cuidados recaen y siguen recayendo en las mujeres sea la edad que sea, mujeres más jóvenes con hijos, mujeres más mayores con sus mayores, pero el cuidado sigue estando en las mujeres.
¿Está mal visto conciliar en España en el caso de la mujer?
El otro día nos contaba una chica, que sí está en el mundo corporativo, que ella se pidió una reducción de jornada y a las tres en punto se va, pero su jefa la castiga de manera simbólica. No es la primera vez que lo escucho. Cuando te pides una reducción de jornada a veces no sienta bien. Sí que tienes herramientas para conciliar, pero otra cosa es lo que te encuentras cada día en el trabajo.

Patricia Araque, fundadora de Ellas al Cuadrado. Imagen de Lucho Dávila.
La brecha de género en más que llamativa. ¿Qué medida propone para empoderar a la mujer?
Hay muchas cosas que hacer, pero sí que creo que hay que aligerar algo el peso de los cuidados, y eso no hay otra forma de hacerlo que compartiéndolos con la otra parte de la sociedad. Siempre digo que hay una revolución pendiente por parte de los hombres, que no la vamos a hacer nosotras, al final la tienen que hacer ellos. Y es verdad que no todas las mujeres crían en pareja, pero es lo más frecuente. Yo sí que he visto una diferencia entre las mujeres que crían, llevan un proceso de emprendimiento y están al mismo nivel llevando una crianza compartida, que las que no. Cuando tienes que hacerte más cargo de eso es un acto mucho más complejo. Ahí queda una importante labor. Igual que las mujeres en un momento determinado hicimos nuestra revolución reclamando un espacio público que se nos había negado, ahora queda pendiente eso.
El cuidado y la actividad profesional muchas veces no dejan tiempo para el descanso. Desde Ellas BizLab una de las principales acciones que proponen a las emprendedoras es tomarse unas vacaciones de vez en cuando.
(Se ríe). Hay que parar. El otro día me decía una chica, que además está participando en Ellas BizLab, que ella llevaba tres años sin cogerse vacaciones, tres años sin parar. Ha petado. Claro, al final qué ocurre, que cuando tomas la decisión es por una cuestión de salud.
¿Les da miedo echar el freno?
Un montonazo. La culpa, el miedo... Piensan: "es que como pare un mes o pare 10 días se me va el negocio a pique". Y luego a lo mejor no, o a lo mejor sí.
Pero cuando lo consiguen imagino que ya no quieren volverse atrás, al igual que usted.
Claro. Hay un antes y un después. Rompes al final tu círculo de confort y empiezas a ver que no se acaba el mundo. Es verdad que hay cosas que reajustas, que probablemente hay marrones que aparecen por no haber estado semanas al cien por cien, pero vas tirando.
Al final lo que proponen es un cambio de visión empresarial, basada en la sostenibilidad, el bienestar y el largo plazo. ¿Conseguirá echar raíces esta tendencia en un mundo en el que hay jornadas laborales de 80 horas semanales?
No lo sé. A mí me parece muy difícil también, pero no imposible. Yo espero que sí, y por ahí voy a seguir. Sí que es verdad que en un contexto de precariedad laboral no todo el mundo se puede permitir emprender. A mucha gente nuestro discurso le suena raro, y te dicen: "pero si yo lo que quiero es trabajar".
Nos hemos vuelto más conformistas.
Claro. Te dicen: "si tengo que trabajar cuarenta horas al día, las trabajo. Porque yo lo que quiero es trabajar". El contexto es el que hay. Sí que es verdad que no creo que sea sostenible ese modelo, porque vamos a acabar todos muy zumbados, y porque se generarían mejores trabajos y mejores soluciones. Al final creamos mejor cuando bajamos los ritmos.
¿Dará tregua el rápido avance de la tecnología a esta calma?
Esa para mí es una de las reflexiones que hay que seguir haciendo, es decir, cómo mantienes tú este ritmo en un contexto que evoluciona tan rápido como es la tecnología; pero también se está creando tecnología que está mal hecha, hablando con desarrolladores ellos mismos te lo cuentan.
Cuando se supone que la tecnología pretende facilitar la vida de la gente.
Claro. Sí. En teoría. En cualquier caso, creo que hay un término medio entre pasar de todo y no seguir ese ritmo rápido, y estar al día del último cambio que han metido en el no sé qué de JavaScript. Al final lo que haces es entrar en una neurosis de tener que leer todo, tener que estar a la última de todos los productos, etc. Se puede vivir sin estar en uno de esos dos lados. No hay que perder la perspectiva de que la tecnología es una herramienta que nos puede facilitar mucho la vida, y que con cosas que sacaron hace un año también vives bien.
Hablábamos antes de realidades. ¿Viviremos en un mundo más real cuando entendamos eso?
No sé si en un mundo más real, pero sí en un mundo más sano y más humano. Con las mujeres con las que hablo, sobre todo, veo que viven en el discomfort, no viven, no están a gusto, están quemadas, a veces hay cosas que les gustaría cambiar. No sé si sería más real, pero igual serían un poco más felices, más sanas, recuperando y poniendo valor a lo que merece la pena. Son las cosas de toda la vida, que a veces se nos olvidan. Estamos pensando en Silicon Valley, pero también estamos en un entorno que tiene sus cosas, tiene su idiosincrasia, y merece la pena intentarlo, pero no nos damos cuenta. Es un poco la pescadilla que se muerde la cola. Vamos tan rápido que nos vale cualquier cosa, y eso nos mete en la velocidad, no nos cuestionamos nada. Es muy normal cuando tú le preguntas a alguien "¿qué tal?" que te responda: "pues muy liado". Pero ni siquiera nos hemos parado a pensar si de verdad estamos liados o no. ¿Te has parado a pensar, a escribir en un papel a lo largo del día, qué cosas haces? Luego tampoco has hecho tantas, lo que pasa es que vives en esa realidad, en multitarea, haciendo 80 cosas a la vez, interrumpiéndote... Tienes la sensación de estar haciendo un montón de cosas y en realidad no estás haciendo nada. Y también es verdad que no nos da la cabeza para trabajar ocho horas al día.