
"España tiene una de las tasas de trabajo temporal más altas de Europa y del mundo". Así de contundente se muestra el informe de la Organización Internacional del Trabajo (agencia dependiente de la ONU), cuyos datos demuestran que, en el año 2014, España era el segundo país de Europa con más presencia de trabajo temporal (casi el 25% de los trabajadores asalariados), solo superado por Polonia (28%).
Es decir, hemos cedido el primer lugar en el podio a los polacos. Diez años atrás, España era con diferencia el país europeo en el que se firmaban más contratos temporales (32% del total de los asalariados). El descenso en la contratación temporal, un fenómeno que tuvo lugar entre 2006 y 2009, está relacionado con una crisis económica que se cebó especialmente con los trabajadores acogidos a ese tipo de relación laboral. Desde el año 2009 hasta la actualidad, la tasa se mueve entre el 23% y el 27% del total de los empleados por cuenta ajena.
En realidad, los últimos datos de la EPA, referentes al tercer trimestre de 2016, ya sitúan el indicador español de temporalidad en el 26,95%, un nivel que no se alcanzaba desde antes de la crisis.
El 'monstruo' nació en 1984
El informe de la Organización Internacional del Trabajo dedica un apartado especial al análisis del fenómeno de la temporalidad en España. Los autores señalan como origen del problema el Acuerdo Económico y Social aprobado por Felipe González en 1984 para intentar reducir el paro, que por aquel entonces superaba el 20%. Aquella reforma legal, que contó con el apoyo de la CEOE y de UGT, legalizó el uso de contratos temporales para la realización de cualquier tipo de trabajo, incluidos los puestos que requerían dedicación permanente.
Una década más tarde, como consecuencia de aquella decisión, el trabajo temporal ya se había extendido al 35% de los contratos y a sectores a los que históricamente no afectaba, explica el informe. En el año 1994, Felipe González intentó limitar la expansión del trabajo temporal, pero el mal ya estaba hecho. Las empresas ya se habían acostumbrado a usar los contratos temporales para tener más capacidad de maniobra a la hora de afrontar los ciclos económicos adversos.
Un sistema dual
Los autores creen que, a partir de la generalización de la contratación temporal, las empresas españolas cambiaron sus estructuras, adaptando su funcionamiento para ofrecer puestos de trabajo rotatorios, que debían ser ocupados por trabajadores temporales, y puestos fijos. Este fue el origen de la dualidad laboral que aún pervive en 2016, un fenómeno que segmenta a los trabajadores y a los puestos que ocupan entre "trabajos malos" (con contrato temporal) y "trabajos buenos" (con contrato indefinido).
A pesar de los intentos del Gobierno de José María Aznar de reducir la tasa de temporales mediante incentivos económicos a las empresas que optasen por relaciones laborales indefinidas, en 2008 la tasa seguía cercana al 30%. Hasta el momento, todas las acciones políticas de los sucesivos gobiernos centrales destinadas a resolver el problema han resultado infructuosas.
Y la crisis los devoró
El dossier indica un último punto de inflexión: el inicio de la crisis financiera global y la explosión de la burbuja especulativa asociada al sector de la construcción, aunque también a otros, como el público. Cuando la economía se desmoronó, la primera respuesta de las empresas fue la de no renovar ni ofrecer nuevos contratos temporales. Como resultado, entre finales de 2007 y finales de 2009 la tasa de empleo temporal cayó del 31% al 25%.
El informe señala a la regulación legal en torno a los contratos, es decir, a los costes de despido, como uno de los factores que explican el fenómeno. Pese a que la ley fue reformada en 1994, 2010 y 2012 para convertir en más atractivos a los contratos indefinidos haciendo más barato el despido, el efecto de estos cambios fue muy limitado.
De acuerdo con las estadísticas del Banco de España, la contratación temporal crecía en el último trimestre del 2013 a un ritmo del 14,7%. En la actualidad, un 90% de los nuevos puestos de trabajo son temporales. Además, el porcentaje de trabajadores españoles que firma un contrato temporal porque no tiene opción a uno indefinido, superaba el 90 por ciento del total de los asalariados en 2014. Tan solo Chipre tenía una tasa más alta en Europa.