
En un mercado laboral con récord de ocupación hay una cifra que se resiste a bajar del doble dígito y que sigue alejando a España de la media europea: una tasa de paro del 10,29% con un importante peso del desempleo de larga duración.
Los máximos de empleo que España encadena desde hace meses -superando los 22 millones de afiliados con mayor estabilidad tras la reforma laboral- se acompañan de unas cifras de paro que, pese a las significativas mejoras de los últimos años, no han alcanzado aún los mínimos previos a la crisis financiera y muestran una brecha frente a la media de la zona euro (6,2%).
En los últimos seis años la tasa de paro se ha reducido cuatro puntos y el paro registrado, el que cada mes publica el Ministerio de Trabajo, se ha ajustado en más de 600.000 personas hasta los 2,4 millones, la menor cifra en 17 años, aunque, tal y como repiten desde el propio Gobierno, queda por hacer.
La vicepresidenta segunda y ministra de Trabajo, Yolanda Díaz, viene tiempo haciendo hincapié en que algunas de las principales preocupaciones pasan por el paro de larga duración y los mayores de 52 años, colectivo en el que el Gobierno y las comunidades autónomas acordaron centrar las políticas de empleo.
"Las tasas de desempleo están disminuyendo, pero siguen siendo altas con respecto a los países de nuestro entorno", resumía el sindicato CCOO en un reciente informe sobre las prestaciones de desempleo.
Volviendo a los últimos datos de la Encuesta de Población Activa (EPA), los del segundo trimestre de este año, en España hay 2,5 millones de parados y la tasa de paro es de ese 10,29%, la más baja desde 2008.
Antes de la pandemia, la tasa de paro era del 14%, mientras que en 2007 era del 8,57% siempre con especial peso de los parados de larga duración y de los de mayor edad.
El paro de larga duración y los mayores de 50 años
Del total de parados en datos EPA, uno de cada cuatro lleva más de dos años en esa situación. Y por edad, de los 2,5 millones de parados que refleja esa estadística, un tercio tiene más de 50 años de edad.
Y cruzando ambos datos, más de la mitad de los parados de larga duración tiene más de 50 años.
Los expertos coinciden en que se trata de un problema estructural en el que influyen diversos factores como el funcionamiento de los servicios y las políticas públicas de empleo o el desajuste entre la formación y las necesidades de las empresas.
También condiciona el peso de las actividades de bajo valor añadido, la demografía -con una población cada vez más envejecida- y las condiciones laborales y salariales de algunos sectores como la hostelería o el campo.
Hay voces que piden mirar más allá a otros fallos estructurales como la falta de medidas de conciliación y cuidados o los crecientes problemas de acceso a la vivienda.
El desempleo sigue siendo mayor entre las mujeres (11,5%), los jóvenes (24,54%) y entre los extranjeros (15,41%), los protagonistas de buena parte del tirón del empleo de los últimos años en España
Así, y en un contexto de mejora del mercado laboral, los expertos piden poner el foco en analizar e intentar atajar ese paro estructural en una economía que mira al pleno empleo.
"Hay un tasa de paro estructural muy alta", reflexiona la economista sénior de Funcas María Jesús Fernández, que señala además que esta situación contrasta con las tensiones que existen en el mercado para encontrar trabajadores.
Entre los factores que "sostienen" esa situación la economista de Funcas apunta, entre otros, al sistema de protección por desempleo que, a su juicio, debería reformarse para reducir su duración en un contexto de empleo como el actual.
"Habría que replantear el modelo", subraya Fernández.
Reformar las políticas activas de empleo
"En España persisten algunos problemas estructurales como el paro de larga duración o el mal funcionamiento de los servicios públicos de empleo", inciden desde Fedea, uno de los actores que viene reclamado "una transformación profunda" del modelo para los desempleados en España.
En un reciente informe, junto al Consejo General de Economistas (CGE), aconsejaba, entre otros aspectos, fortalecer el vínculo de estas políticas con el tejido productivo, reorientar la formación para el empleo o diseñar programas de incentivos a la creación de empleo adaptables a las particularidades de cada comunidad autónoma.
Los sindicatos también han reclamado cambios en estas políticas con especial atención a los parados de larga duración.