Los cambios en el mercado de trabajo tras la pandemia y la aprobación de la reforma laboral no parecen haber hecho mella en el 'efecto desánimo', que en la primera mitad de 2022 se mantiene en niveles similares a los de 2019, según las Estadísticas del Servicio Público de Empleo Estatal.
En los cinco primeros meses del año, los servicios públicos de empleo registraron 4,1 millones de bajas de demandantes de empleo. De ellas un 59,7% lo hizo por encontrar un empleo.
El 29,7% lo hizo por no renovar la demanda y el restante 10,5% por otras causas como rechazar ofertas de empleo o la petición del propio demandante.
Una de las razones principales para no renovar la demanda es no tener derecho o haber agotado la prestación por desempleo.
De hecho, solo el 60,6% de los 2,9 millones parados registrados cobraban una prestación, una cifra que mejora en cuatro puntos la del mismo mes de 2021, pero supone un estancamiento respecto a la anotada en mayo de 2019.
Pero no recibir una prestación no es la única razón de un fenómeno que también afecta a aquellos demandantes que no tienen empleo pero no cuentan como parados registrados a efectos de las estadísticas que cada mes publica el Ministerio de Trabajo.
La contabilidad del desempleo 'oculto'
Los cuatro millones de bajas se vieron compensadas por la suma de 3,5 millones de altas, un 93% de ellas por reactivación de demanda: es decir, de gente que ya estuvo inscrito como demandante en el pasado y vuelve a estarlo ahora.
Así, en el mes de mayo se contabilizaba un saldo de 4,25 millones de personas inscritas como demandantes. Pero solo 2,9 millones computan como parados registrados y tienen opción de cobrar una prestación.
La cifra se elevaría hasta los 3,4 millones si sumamos el millón de demandantes que no se consideran parados pese a estar sin empleo.
En primer lugar, 227.000 cuentan como 'denos', demandantes no ocupados: una categoría que engloba a los trabajadores temporales con contratos de menos de tres meses, trabajadores a tiempo parcial de menos de 20 horas semanas o participantes en cursos de formación. También a los fijos discontinuos y a los afectados por un ERTE.
A ellos habría que sumarles otras 274.000 personas sin empleo, pero sin disponibilidad para buscarlo ante los servicios públicos de empleo. Es el caso de los que optan por el autoempleo, el de aquellos que buscan trabajo en ciertas condiciones o el de quienes tienen que hacer frente a responsabilidades familiares que les impiden incorporarse a un puesto.
El resto son 826.000 demandantes ocupados o con relación laboral, que buscan un empleo o pluriempleo, aunque la razón principal es beneficiarse de los programas que ponen en marcha los servicios públicos de empleo autonómicos para mejorar la empleabilidad y las competencias.
El impacto de la pandemia
La llegada del coronavirus y los confinamientos a los que obligó, complicó enormemente la gestión de estas estadísticas, ya de por sí complejas.
El exponencial aumento de los afectados por ERTE y la dificultad e muchas personas para buscar empleo y sellar la demanda puso a prueba la capacidad técnica de los servicios públicos de empleo.
Por ello, una de las decisiones que se tomó fue aprobar la renovación automática de la demanda de desempleo, que se mantuvo vigente hasta julio de 2021.
Esta situación alteró las estadísticas de las bajas de demandantes. Si en un primero momento se paralizaron toda las que no fueran por colocación, la reincorporación de los trabajadores en Erte que contaban como 'denos' se tradujo en una explosión de las bajas sin colocación.
Lo mismo ocurrió un año más tarde cuando los servicios públicos de empleo recuperaron la normalidad, lo que incluía la obligación de renovar trimestralmente la demanda. Solo en la segunda mitad de 2021 se produjeron 2,3 millones de bajas por no renovación, un 83% más que en el mismo periodo de 2019.
Esta situación llevó a que en algunos momentos las bajas por colocación se vieran superadas por el resto de tipos, algo que nunca había ocurrido a lo largo de la serie histórica.
Y ello pese a que el fin de los confinamientos propició un fuerte repunte de las bajas por conseguir un empleo, que ha seguido, aunque con menor intensidad, en los primeros meses de 2021.
Sin embargo, también lo han seguido haciendo las bajas sin encontrar empleo, lo que demuestra que esta 'nueva normalidad' del empleo no ha supuesto ningún avance ante unos de los principales retos de las políticas de empleo: las personas que se 'borran' del mercado laboral ante la falta de opciones.