El Partido Popular ha cosechado este domingo el peor de los resultados que pudiera imaginar. Tras finalizar el escrutinio se dejó en el camino prácticamente la mitad de sus escaños, pasando de 137 a 66 diputados. Siga aquí el Especial Elecciones Generales.
La nueva dirección del PP, después de la marcha de Mariano Rajoy, no ha sabido frenar la sangría de votos que venía recogiéndose desde las elecciones de 2015. Ni la apelación al voto útil, ni una mano abierta a Vox para entrar en el Gobierno han servido para recuperar la confianza de un votante que se ha dividido en tres formaciones, y que ha perdido fuerza para sumar.
El descalabro electoral del Partido Popular en el Parlamento español, con el 16,7% de porcentaje de voto, deja a los de Pablo Casado con una representación exigua y sin predicamento para ejercer el papel de principal partido de la oposición, con una formación, la de Albert Rivera, comiéndole los talones y prácticamente empatados (15,8% y 57 escaños).
El resultado de Casado en las urnas, con la distancia del tiempo, tiene concomitancia con aquellos que obtuvo Manuel Fraga, con Rodrigo Rato, entre sus diputados, entonces con Alianza Popular. Aquella debacle trajo tras de sí la refundación de la formación política de derechas en una agrupación de siglas en busca del centro.
La marcha con goteo a Ciudadanos de dirigentes tan destacados como Juan Ramón Bauzá o Ángel Garrido han hecho mella en las urnas. En comunidades como Madrid, la formación naranja ha adelantado a la de los populares, en uno de los principales bastiones del PP.
Políticos de la talla de Javier Maroto, número tres de Casado en la dirección nacional del Partido y número uno por Álava, además de jefe de campaña, se ha quedado sin escaño. La catástrofe popular llega en un momento doblemente importante. Este lunes comienza la precampaña de las elecciones locales, autonómicas y europeas. Y con este desenlace, los ánimos serán complicados, máxime cuando en el partido ya hay voces que piden rendimiento de cuentas.
La errática campaña centrada en combatir a Vox para frenar a Sánchez, la persistencia en el voto útil, los charcos en temas de conciencia como el aborto, además de algún número dos con escaso grado de empatía, no han ayudado a un Casado estajanovista en una campaña frenética.
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