Elecciones Cataluña 2015

Cataluña, alea iacta es

Imagen: Napi

En Cataluña la suerte está echada. Aquella frase que, según Plutarco, pronunciara Julio Cesar cuando cruzó con sus legiones el Rubicón encaja en esta circunstancia. Ya lo que tenga que ser será.

El pasado fin de semana asistimos a la publicación de varias encuestas que coinciden en augurar una victoria rotunda de la lista unitaria en la que se haya emboscado Artur Mas. Si así fuera querrá decir que una gran parte de los ciudadanos de Cataluña han sido convencidos por las fantasías políticas propagadas por los integrantes en esa lista y desoído los argumentos de los partidos unionistas.

Significará que, quienes quieren estar fuera de España, piensan de verdad que la economía de Cataluña irá a mejor, que habrá más trabajo y mejor remunerado, que pagarán menos impuestos, que habrá más camas en sus hospitales, mejores profesores en sus colegios y que los pensionistas cobrarán más a fin de mes. Justo lo contrario de lo que ha ocurrido con el gobierno de Artur Mas.

Ninguno de los que van a votar a favor de la lista secesionista cree que la independencia pueda traerles algún tipo de merma en sus condiciones de vida, ni que, por esa causa, vaya a perderse un solo empleo y mucho menos contemplan la posibilidad de volver a manejarse en pesetas, moneda por cierto de origen catalán. A esos separatistas irreductibles, en su inmensa mayoría gente de bien, ni se les pasa por la imaginación que puedan perder su condición de miembros de la UE y en consecuencia el pasaporte que les permite circular libremente como miembros de pleno derecho de la Unión. Nada de eso está en su cabeza. Como tampoco lo está el que una Cataluña independiente tenga cerradas las puertas del BCE y por tanto tuviera que financiarse a los intereses inasumibles propios de su condición de bono basura.

Nadie en esa Arcadia feliz del independentismo teme la huida de los inversores, la fuga masiva de capitales, las colas en los cajeros ni el corralito. Nadie ve el riesgo de que Cataluña quiebre, ni que pueda entrar en recesión. Solo le ven ventajas y prosperidad. Eso es lo que nos dicen los sondeos demoscópicos cuya elaboración coincidió con las manifestaciones tardías pero contundentes de las patronales catalanas avisando de tales riesgos.

Coincidieron también las prospecciones con las advertencias inequívocas de los grandes líderes europeos sobre los inconvenientes insalvables de la secesión, con las de los mandatarios de la Unión en el mismo sentido y hasta del presidente de los Estados Unidos. Después vendría la Banca con un discurso aún mas duro, y nada.

Nada perfora el blindaje emocional del que han dotado a la causa quienes pretenden sacar a Cataluña de España. Una labor lenta pero inexorable que se han trabajo en los últimos años aprovechando el bajón de autoestima de una España que tampoco nos gustaba a los demás.

Han puesto el dolor de la crisis al servicio de la secesión como si la simple ruptura del conjunto mejorara la parte. Y lo han hecho con el uso y abuso de todos los medios y recursos públicos a su alcance desgarrando a la sociedad catalana sin el menor pudor. Han creado en definitiva una ilusión, falsa en la inmensa mayoría de sus términos pero ilusión al fin. Y frente a esa ilusión no ha habido más que el argumento racionalista de quienes, además de ilegal, consideran desastrosa la ruptura.

Frente a ese ensalmo por el que resbala cualquier planteamiento realista solo ha habido avisos a navegantes y explicaciones puede que cargadas de sentido común pero que suenan a amenaza. Una narrativa sin duda necesaria pero, a juzgar por lo que avanzan las encuestas, a todas luces insuficientes porque a la ilusión solo puedes plantarle con otra ilusión. Solo puedes hacerle frente ilusionando.

La atonía gubernamental y la fragmentación del unionismo ha privado a los catalanes de un discurso capaz de seducirles. Ha faltado un relato claro de porque "juntos somos mejores", como fueron capaces de transmitir en Escocia los partidarios de la unión. Se ha perdido el tiempo miserablemente retozando en la pasividad mientras los separatistas montaban a lo grande sus fiestas de la banderita y narcotizar a la alegre muchachada. Ahora es demasiado tarde. Cuando Julio Cesar dijo lo de "la suerte está echada" plagiaba en realidad un verso del comediógrafo griego Menandro del que era seguidor. La frase original rezaba en realidad "los dados están lanzados". Así ocurre también en Cataluña donde se juega una partida temeraria.Un juego en el que podemos salir perdiendo todos.

WhatsAppFacebookTwitterLinkedinBeloudBluesky