
El 29 de marzo, el día en que oficialmente empezaba el Brexit, quedó atrás sin cambios en la relación de Reino Unido y la UE. Con todo, eso no significa que la hoja de ruta esté más clara, pese a que el calendario marca otro hito: el 12 de abril.
Bruselas reiteró ayer que no concederá una prórroga negociadora si ese día Londres no presenta un plan que su Parlamento apoye. Por tanto, sobre el papel, aún existe la posibilidad de un Brexit duro.
Ninguna de las partes anhela un desenlace tan desastroso y es previsible que se alcance algún entendimiento. No obstante, la debilidad en que se sume la primera ministra May, quien no concita apoyo ni ofreciendo su dimisión, hacen prever unos días de tensión, capaces de interrumpir la buena evolución del mercado.