Editoriales

China y EEUU sostienen a Europa

El pasado marzo fue un mes para olvidar en la industria europea. El sector manufacturero de todas las grandes economías del euro vio caer su actividad, según la medición del índice PMI, con la única excepción de España.

Pero ni siquiera en el caso de nuestro país hay lugar para el optimismo. Su registro se elevó el mes pasado, pero quedó en 50,9 puntos, es decir, muy cerca del límite (las 50 unidades) por debajo del cual ya se puede hablar de una contracción.

Es más, los indicadores adelantados de actividad evidencian un ahondamiento de la desaceleración del PIB, que ya se hizo patente en 2018. Lo hacen los índices propiamente industriales, como el consumo eléctrico, pero también hay síntomas semejantes en los sectores servicios y financiero.

Muy significativos resultan los tres meses de descensos en las ventas de los centros comerciales o la caída del 20 por ciento en el crédito a pymes. La situación evita agravarse gracias a que la eurozona, de momento, esquiva la recesión, pero no lo logra debido a sus propias fortalezas. Muy al contrario, el mérito corresponde al empuje de EEUU y, ahora también a China.

La industria española evita las caídas, pero los indicadores adelantados muestran que la desaceleración se ahonda

En las antípodas de Europa, el índice PMI del gigante asiático deja atrás cuatro meses de caídas y evidencia que es ahora cuando los planes de estímulo lanzados por Pekín al cierre del pasado año impulsan a la industria.

La zona del euro, por tanto, no depende de sí misma para evitar la contracción del PIB y esta precaria situación también pende sobre España, aunque conserve un diferencial de crecimiento favorable frente a sus socios. Es más, la falta de estímulos para la industria y la posibilidad de que resurja la expectativa de castigos fiscales a empresas e inversores pueden provocar que el escenario se deteriore con rapidez.

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