Editoriales

Grifols: inversión fallida en Estados Unidos

Grifols atraviesa un difícil año en un mercado sanitario tan fundamental como el estadounidense. Para toda farmacéutica supondría un serio revés ver cómo un medicamento ya plenamente desarrollado se topa con el veto de las autoridades de EEUU.

Eso es precisamente lo que le ocurrió a Grifols en enero de 2018. El comité asesor de los supervisores farmacéuticos tumbó el Pulmaquin, un producto destinado a enfermedades pulmonares, cuyo desarrollo absorbió más de 65 millones de euros. Ahora bien, el problema está lejos de agotarse en una cuestión técnica o científica.

El Pulmaquin era el producto estrella de Aradigm, un laboratorio del que Grifols es el accionista mayoritario desde 2013. Aradigm supuso este año un motivo de serio descrédito reputacional, ya que llegó a estar señalado por ocho bufetes de abogados, que le acusaban de haber manipulado los informes sobre el fármaco, especialmente los que atañen a los análisis clínicos.

Finalmente, hubo un acuerdo para evitar que el conflicto llegara a los tribunales, pero eso no significa que Aradigm deje de causar problemas. Muy al contrario, la apurada situación financiera del laboratorio obliga a Grifols a dejarlo entrar en bancarrota. No es un problema menor, tratándose de una compañía que cuenta con una notable visibilidad, no en vano cotiza en el Nasdaq, y una firma por la que la farmacéutica catalana hizo una apuesta muy fuerte para entrar en su accionariado.

Además, actualmente ni siquiera puede servir de lenitivo el hecho de que Grifols pueda explotar los derechos del Pulmaquin. Tras el rechazo de Estados Unidos, existen muchas dudas acerca de las posibilidades que tiene de pasar los controles europeos y comercializarse aquí.

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