
Los mercados europeos vivieron ayer un nuevo día aciago por la inestabilidad italiana. La renta fija lo acusó en el modo en que el interés del bono transalpino a dos años se disparó, triplicándose en un solo día. No menos importante fue el comportamiento de las bolsas, con una caída del 2,5% del Ibex 35 que lo sitúan muy cerca de los mínimos del año. Es más, resulta factible que, si se perfora ese soporte, las caídas se prolonguen un 5% más.
Varios factores pueden confabularse. El mercado director es EEUU y, aunque la cuestión italiana es allí lejana, la lucha entre Donald Trump y China sí impacta. Lo evidenció la caída con la que Wall Street respondió al anuncio de Trump de aranceles sobre la tecnología china.
En cuanto a Italia, nada apunta a una pronta solución. Sin duda, es comprensible el veto del presidente Mattarella al Gobierno de Giuseppe Conte. Se debe al sesgo eurófobo de su Ministerio de Economía, pero también el hecho de que se basaba en un programa incoherente, que mezcla los planes del Movimiento 5 Estrella para disparar el gasto público, como una renta mínima ciudadana, con las bajadas fiscales de la Liga Norte.
Con todo, la crisis sigue abierta porque es probable que el candidato de Mattarella, Carlo Cottarelli (ayer no pudo presentar a sus ministros), sea rechazado e Italia derive a elecciones incluso en julio, en las que todo apunta que el cuestionamiento del euro será central. Ahora bien, resulta claro que es muy arriesgado que la tercera economía europea plantee en serio su abandono de la Unión Monetaria.
El mero hecho de que se pueda iniciar su cuestionamiento ya ha tenido un muy fuerte impacto en variables como la prima de riesgo. Pero los costes de un abandono real serían prácticamente inasumibles.