
El Eurostoxx encadena tres semanas de recuperación y supera sus máximos de febrero. Esta buena evolución tiene más mérito si se considera que se produjo en medio de los miedos al estallido de una guerra comercial entre EEUU y China y a un ataque a Siria. Se trata, por tanto, de la mejor prueba de hasta qué punto los vaivenes que empezaron en febrero sólo entorpecieron, pero no quebraron, la tendencia alcista europea heredada de 2017.
En este contexto, el inversor puede sopesar con más confianza las oportunidades de la renta variable. Es imposible descartar un regreso de la volatilidad, pero el hecho de que la bolsa europea haya marcado con claridad su suelo y su próximo objetivo (recuperar los máximos del año) dibuja un panorama más fiable.