
Esta semana se inicia en EEUU una temporada de resultados empresariales que se prevé histórica. Se esperan buenas noticias de todos los principales sectores económicos, con las únicas excepciones de las telecomunicaciones y las petroleras. Muy significativo es el pronóstico de que las tecnológicas anunciarán avances de su beneficio del 40% en el primer trimestre. Un augurio así puede sorprender, después del marzo tan conflictivo que estas empresas han vivido.
Sin duda, han sido muy intensos los vaivenes provocados por el escándalo de las filtraciones de datos de Facebook o las amenazas de un endurecimiento de las exigencias normativas y fiscales para firmas como Amazon. No obstante, por importantes que sean esas circunstancias, aún más peso tienen los buenos fundamentales que presenta la economía estadounidense, gracias al fuerte avance de su PIB, su baja inflación y su pleno empleo.
Es una base óptima tanto para las tecnológicas como para el resto de los sectores económicos más importantes del país. Es más, por primera vez en años, la exhibición de músculo de EEUU coincide con un periodo expansivo en la eurozona y con la estabilización del crecimiento en China.
Resulta muy dudoso que ninguna de estas economías esté dispuesta a deteriorar tan positiva situación, abrazando el proteccionismo, lo que truncaría el comercio a escala global y, en clave interna, dispararía la inflación en esos países. Si esta amenaza logra conjurarse, y los inversores valoran en su justa medida las buenas noticias que indicadores como los beneficios empresariales estadounidenses ofrecen, se dan todas las condiciones para que las bolsas refuercen una tendencia alcista que, a pesar de la reciente volatilidad, nunca llegaron a perder.