
La discriminación salarial por cuestión de género implica perjuicios económicos. Una desigualdad de este tipo induce una menor participación de las mujeres en el mercado laboral, al tiempo que provoca una infrautilización del talento disponible en la población activa de un país.
De hecho, un reciente estudio revela que si todos los Estados miembros de la OCDE redujeran sus brechas salariales al nivel de Suecia (el alumno aventajado en esta materia) verían elevarse su PIB conjunto en seis billones de dólares.
Tan impresionante cifra muestra cómo el esfuerzo por acabar con esta discriminación no es sólo una cuestión de justicia social. Además, constituye una vía de gran potencial para liberar a la economía de un importante lastre e impulsar su crecimiento.