
Aragón, las dos Castillas y Asturias se alían para defender el carbón. Puede parecer anacrónico, dado el retroceso que esta fuente de energía sufre. Pero los argumentos de los barones tienen bases razonables. Condenar a las centrales de carbón a un cierre inminente no solo destruirá empleo en esas autonomías.
Además, el sistema eléctrico se verá abruptamente privado de un combustible barato, lo que elevaría costes sin bajar significativamente la contaminación. No en vano, las emisiones atribuibles a este hidrocarburo son reducidas en España respecto a otros países de la UE y su desaparición forzaría a recurrir a centrales de petróleo o gas. Sin duda, el sector del carbón necesita reconvertirse, lo que no implica que tenga que ser objeto de un rechazo total y sin matices.