
Banco Sabadell anunció la decisión de trasladar su sede social a Alicante. Otro pilar bancario de Cataluña, CaixaBank, estudia dar un paso semejante, el cual puede acelerarse ante la expectativa de que el Gobierno apruebe hoy un decreto que facilite cambiar el domicilio social de empresas. No son casos aislados en el sector financiero: también Catalana Occidente baraja mudar su sede. Tanto en el caso de esta aseguradora, como en el de los bancos citados, los inversores impulsaron al alza sus acciones.
Recompensan así la sensata estrategia con la que responden a la expectativa de que la Generalitat proclame la independencia. Es totalmente descabellado esperar que entidades sistémicas como Sabadell o CaixaBank mantengan sus sedes en un territorio que quedaría fuera de la Eurozona y de la UE, sin cobertura del Fondo de Garantía de Depósitos y del sistema de liquidez del BCE.
La decisión de mudar los domicilios sociales está en las antípodas de la negación de los hechos más evidentes que los impulsores del procés propugnan. La CUP sigue insultando a la inteligencia cuando argumenta que el Instituto Catalán de Finanzas será un banco público tras obtener la licencia del BCE. Ni siquiera podrá solicitar ese aval con Cataluña fuera de la eurozona. Los movimientos de entidades que son símbolos de Cataluña constituyen un baño de realidad sobre el fenómeno que se ha desatado.
Es el primer paso de un éxodo masivo de empresas, que se extenderá a otras firmas, incluyendo industrias y multinacionales. El ejemplo de Quebec demuestra que la huida empezó por los bancos y acabó afectando al conjunto de su economía, hasta deprimirla frente a otras regiones canadienses. El procés ha encajado su primer golpe de envergadura.