
El respaldo público hace que las constructoras chinas tengan facilidades para financiar las obras, lo que impulsa su crecimiento internacional. En este contexto, destaca la irrupción asiática en América Latina, que amenaza el liderazgo de nuestras constructoras. Tanto es así que la distancia entre las firmas de ambos países se reduce en 2016 a 1.000 millones a favor de las españolas, cuando la diferencia en ingresos era de 7.000 millones en 2015.
Con todo, la experiencia y la calidad de los trabajos realizados permiten a la construcción nacional resistir el empuje asiático mejor que las firmas estadounidenses o coreanas. Apostar por ese valor añadido será clave para que nuestras constructoras superen el reto de unas firmas cuyo fuerte es el precio.