Editoriales

Un salvavidas de la sanidad pública

El gasto privado de las familias españolas en salud se dispara desde 2009. Ese desembolso experimenta, hasta la actualidad, un avance de 5.000 millones, de modo que el monto total se sitúa en 28.937 millones, casi tres de cada diez euros invertidos en el sector sanitario. En dicha cantidad computan tanto el gasto directo, por ejemplo el que se destina al copago farmacéutico, como el que se vehicula a través de aseguradoras y de instituciones sin ánimo de lucro.

 El incremento del desembolso destinado a la sanidad privada, constante incluso en lo peor de la crisis, desmonta con contundencia el tópico que defiende que este tipo de asistencia es un lujo. Muy al contrario, millones de familias encontraron allí una vía a su alcance para paliar el impacto que tuvo el fuerte descenso del gasto público destinado al Sistema Nacional de Salud (SNS). El apogeo de la crisis obligó a aplicar, entre los años 2009 y 2013, un recorte superior a los 9.000 millones.

Pero el alza del desembolso sanitario de las familias ha tenido también beneficios directos para el SNS, en forma de un ahorro de 5.000 millones en la factura de la prestación de sus servicios. En otras palabras, la sanidad privada ha contribuido a la sostenibilidad de su homóloga pública en momentos en que las turbulencias económicas han puesto en un compromiso su continuidad. Ahora la coyuntura es mucho más favorable, con fuertes avances del PIB y descensos del paro, pero eso no quiere decir que el SNS haya solucionado sus problemas.

Factores estructurales, como el rápido envejecimiento demográfico, seguirán impulsando el gasto sanitario. Es por ello que la sanidad privada continuará ejerciendo el rol de un salvavidas imprescindible para el sistema público.

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