
Las ansias por crecer y competir en el bajo coste impidieron que Vueling hiciera los cambios que una empresa que gestionaba más de 100 aviones necesitaba en 2015. Ese retraso originó el caos del pasado año en El Prat. Para evitar que el colapso se repita, Vueling ha emprendido un plan de transformación basado en la digitalización. El primer balance no puede ser más positivo. La compañía ha agilizado la operativa y ha recortado a la mitad los tiempos de facturación.
Además el inicio del verano no ha traído aglomeraciones ni colas en los mostradores. De momento, el nuevo sistema funciona solo en Barcelona. Pero es obvio que, aunque con años de retraso, Vueling hace los deberes que necesita para volver a ganarse la confianza de los clientes.