
La SGAE, una sociedad sin ánimo de lucro, creada para hacer valer los derechos de artistas y creadores, incumple flagrantemente su función. La asamblea que la Sociedad celebra hoy evidenciará que debe 108 millones a sus socios. En las cuentas que se presentarán, el auditor insiste en que no dispone de los ingresos suficientes para hacer frente a la labor que se arroga.
A ello hay que sumar sus dificultades para cumplir con Hacienda (ha tenido que afrontar un reciente pago de 11 millones) y una gestión que no deja de estar salpicada por escándalos, como el ahora relacionado con un presunto fraude en la emisión de música por televisión. SGAE, por tanto, no sólo carece de credibilidad, sino que cuenta con una estructura financiera insostenible en cualquier empresa o fundación.