
Este verano, los españoles verán cómo su recibo de la luz sube casi un 10% de media. La razón estriba en el alza de costes que ya manifiesta el mercado mayorista eléctrico (pool). Éste, al igual que ocurrió en enero, demuestra su sensibilidad ante las condiciones climatológicas y el influjo que tienen sobre la generación renovable de electricidad.
A principios de año, la falta de lluvias y viento hizo estragos en la capacidad de las energías verdes; ahora, se espera un efecto parecido por la sequía. Estas circunstancias tienen necesariamente impacto en un pool, cuyo funcionamiento obedece al modelo marginalista.
Este protocolo implica que la última tecnología que hace una oferta en el mercado impone su precio a todos los actores. Y se da la circunstancia de que el pool establece que, diariamente, primero deben ofertar las renovables (más baratas) y, si no cubren la demanda, dar entrada a los combustibles fósiles.
Sin duda, las circunstancias actuales no son idénticas a las de enero. Entonces, a la adversa climatología se sumaron factores excepcionales, como el parón nuclear francés, que obligó a España a exportar energía al país vecino, o los máximos que el precio del gas alcanzó. Por ello, no es previsible que el recibo se encarezca tanto como en enero.
Ahora bien, un alza del 10% este verano es una prueba más de la volatilidad que domina este mercado. No es fácil mitigarla y, de hecho, reporta beneficios, en forma de fuertes bajadas de precios (y así se ha visto en años anteriores), en momentos en que el sistema tiene abundancia de capacidad.
Por tanto, el consumidor que busque un blindaje frente a estas variaciones sólo tiene como opción recurrir al mercado libre eléctrico, lo que, hoy por hoy, todavía supone mayores costes.