
Emmanuel Macron ganó con claridad la segunda vuelta de las presidenciales francesas y se convertirá en el jefe de Estado más joven de la Quinta República. Los buenos augurios que inspiraron los resultados de la primera vuelta se cumplieron con contundencia.
Pese a la elevada abstención, no se puede discutir que el exministro de Finanzas obtuvo una victoria rotunda, con el respaldo del 66,1% de los votos, sobre su contrincante, la presidenta del ultraderechista Frente Nacional, con el 33,9%. Marine Le Pen ya defraudó sus expectativas de quedar líder en la votación de abril y ayer no fue capaz de llegar al umbral mínimo (40%) que había fijado como aceptable.
De este modo, el populismo europeo encaja su primera gran derrota, que se suma a su pinchazo en las elecciones holandesas de marzo, y alimenta las esperanzas de que volverá a ser frenado en los comicios alemanes de octubre.
Sin duda, sobre la victoria de Macron pesan grandes incógnitas, especialmente cómo logrará convertir una plataforma electoral, En Marcha!, en un partido con capacidad para forjar una mayoría en las elecciones legislativas del mes que viene, e impulsar las reformas que la estancada economía gala requiere.
No obstante, es ya una realidad que Francia respaldó al candidato más europeísta de todos los que concurrieron a sus presidenciales ("Me comprometo a defender Europa", dijo ayer). Ese hecho ahondará la tendencia alcista que las bolsas del Viejo Continente exhiben desde 2016. Por ello, el Ibex 35 está en condiciones, tras su brillante comportamiento de la semana pasada, de poner rumbo a los 11.866 puntos. Pero todavía más importante es el impulso que el euro, y el proyecto europeo en conjunto, experimenta, frente a quienes buscan enterrarlos.