
Las sospechas que condujeron ayer a la detención del expresidente madrileño Ignacio González sobrepasan ampliamente lo que cabría esperar de un caso de mordidas obtenidas por políticos. Según la Policía, González se sitúa a la cabeza de toda una red de empresas opacas fiscalmente, radicada en Latinoamérica.
El único objetivo de dicha estructura era, presuntamente, el desvío de fondos de una empresa pública, el Canal de Isabel II, a cuyo frente se situó González entre los años 2003 y 2012. El hecho de que una persona de tan altas responsabilidades como González esté implicado obliga a reconocer que estamos ante un complejo entramado político, que debe desentrañarse hasta que sus responsables, a todos los niveles, queden desenmascarados.