
Portugal acepta pagar al Santander los 500 millones en atrasos que le adeuda, derivados de los préstamos que el banco concedió a sus empresas de transporte público. Los créditos se otorgaron con contratos swap, que ofrecen protección ante subidas del euribor.
Ahora bien, éste se derrumbó en los últimos años y la cobertura se convirtió en una losa, pero esa situación no avala los impagos del Gobierno luso. En primer lugar, porque el Santander expuso los posibles riesgos pero, sobre todo, debido a que nada justifica una ruptura unilateral de contrato, máxime cuando el banco estuvo siempre abierto a negociar.
Así lo evidencian varias sentencias judiciales a favor del Santander, por lo que la única salida para Lisboa es pagar los atrasos.