
Las familias mexicanas con presencia en el accionariado de Banco Popular maniobran, bajo la dirección de Antonio del Valle, para debilitar la posición del actual presidente de la entidad, Ángel Ron, y propiciar su relevo. Estos planes, sin embargo, tienen muy poco recorrido ya que ninguno de los partícipes significativos de la entidad los secundan. Del Valle no tiene a su favor el 10% del accionariado que posee la sindicatura, el grupo que acoge a gran parte de los empleados del banco y a los socios tradicionales.
En la misma posición se alinean Credit Mutuel, dueña de un 4%, y Allianz, propietaria de un 3,49%. Todos ellos tienen motivos de importancia para arropar a la actual cúpula. Ésta diseñó un plan estratégico para reforzar al banco cuyas etapas se cumplen paso por paso. Así, tras cerrar su última ampliación de capital, Popular culminó un ambicioso proceso de reducción de plantilla y cierre de oficinas.
A ello se suma Sunrise, la inmobiliaria cotizada que, separada del banco, aliviará el balance de éste, absorbiendo 6.000 millones en activos relacionados con el ladrillo. Cinco bancos de inversión y dos fondos respaldan el proyecto y ya se conocen los nombres de su presidente y su consejero delegado: Remigio Iglesias y Roberto Rey. Ron sigue adelante con su plan, mientras el historial de Del Valle en Popular recoge, sobre todo, maniobras en la sombra, que sirven a sus propios intereses.
En verano negoció con Jaime Gilinsky, propietario hasta hace tres días de un 5% del Sabadell, para fusionar ambas entidades. La inquietud por las pérdidas que sufre su inversión particular le lleva a intentar socavar a Ron, al que avala su capacidad para dar una respuesta adecuada a la situación del banco.