Europa ya conoce el resultado de las elecciones de EEUU. El perfil bajo y bronco de su campaña electoral no bastó para eclipsar la convicción de que en los comicios se dirime mucho más que la hegemonía republicana o demócrata. Estaba en juego el futuro de la globalización en la que el mundo se halla inmerso con especial intensidad desde la caída de la URSS.
El resurgir del proteccionismo y el intervencionismo que la victoria de Donald Trump significa equivale a uno de los mayores desafíos a los que la apertura económica se enfrenta. Sin duda, el proceso ha sido desigual y crea tensiones; pero también es cierto que ha generado la más duradera y prolongada etapa de crecimiento global. Su truncamiento abriría un escenario de impredecibles efectos.
