
El presidente interino, Mariano Rajoy, reafirmó ayer el compromiso que contrajo en agosto con Ciudadanos de someter al Impuesto de Sociedades a una reforma. No entró en detalles, pero todo apunta a que baraja una subida de los tipos impositivos. A priori, parece la solución lógica para atajar el problema del bajo rendimiento de este tributo. Ahora bien, las deficiencias son más profundas.
Lo demuestra el hecho de que un gravamen del 25 por ciento y un año de récord en los resultados de las empresas, como fue 2015, han sido incapaces de evitar la debacle de la recaudación. Sociedades, por tanto, requiere de una revisión profunda de su diseño, para ganar eficiencia, una acción que la pasada reforma fiscal no abordó como debía.