
Lidl ha dado un ambicioso paso para ahondar en la relación que hasta ahora mantenían los supermercados con el sector de la moda. No en vano el gigante alemán ofrecerá sus propias colecciones de ropa femenina bajo la marca Esmara.
Es cierto que el consumidor está habituado, desde hace años, a encontrar prendas, identificadas bajo enseñas propias, en los expositores de los grandes supermercados; ahora bien, lo más frecuente ha sido que fuera un componente más de la variopinta oferta de estos establecimientos, sometido a idénticas estrategias de promoción que los alimentos o los productos de limpieza.
El propósito de Lidl, por el contrario, pasa por diferenciar su oferta de textil de manera que sea capaz de competir con gigantes del sector, como Zara o Primark. No se puede decir que Lidl esté pisando terreno desconocido. En 2014 ya rompió moldes al vender en sus tiendas una colección exclusiva de Custo. La operación fue exitosa hasta el punto de que la marca barcelonesa, que sufría cuantiosas pérdidas, mitigó sensiblemente su caída de ventas.
Posteriormente, Lidl ha lanzado líneas propias de ropa deportiva y de prendas vaqueras. Sin duda, toda esfuerzo es poco, si el objetivo es disputar cuota de mercado a grupos ya tan consolidados como Inditex o H&M.
Sin embargo, los cambios en las preferencias a la hora de adquirir moda indican que, cada vez más, los consumidores dan prioridad a los bajos precios y a hacer de su compra un proceso cada vez más sencillo y directo. Lidl, con 535 supermercados y una fama bien asentada de ser un comercio barato, cumple ambas condiciones. Por tanto, su desembarco, y el probable de otros supermercados, en este ámbito tiene potencial para revolucionar el sector textil.