
El FMI avisa de que un tercio de los bancos europeos está en una posición débil por los créditos fallidos, que no han sido saneados, y por unas estructuras organizativas obsoletas. La advertencia del organismo es la mejor constatación de los serios problemas de la banca.
Aún pueden ir a más, pues se espera que el sector sólo alcance el 8% de rentabilidad en 2018, un porcentaje muy alejado de la época precrisis en la que esta variable superaba el 20%. Es una situación que no alivian ni siquiera los rumores de que el BCE estudia ya cómo acometer una retirada de estímulos. Ese cambio de política aún se demorará años, por lo que la banca debe proseguir sus ajustes, e incluso estudiar fusiones, para superar los apuros actuales.