
La desconexión con España es el último paso de los independentistas en su desafío soberanista. Aunque pretendan hacer creer que estos cuatro años de agitación de la vida institucional en Cataluña no han pasado factura a la economía regional, la realidad es muy diferente.
Y no sólo porque las agencias de rating colocan a Cataluña al mismo nivel que Bangladesh, sino porque cada vez son más las empresas que se temen lo peor y preparan planes de contingencia. La inversión extranjera también huye de Cataluña. Según el Ministerio de Economía, se produjo un descenso del 35 por ciento en el primer trimestre del año. Se trata sólo de la mínima parte de la factura que los catalanes tendrán que pagar por la irresponsabilidad de sus políticos.