Editoriales

La banca aprende de sus errores

Al calor del despertar del ladrillo en España, vuelven a comercializarse las hipotecas que financian más del 80% del valor del inmueble. Éstas ya suponen el 15% del nuevo crédito destinado a adquirir vivienda que se concede en nuestro país.

Es innegable que las entidades han encontrado en los préstamos de esta clase una herramienta útil, con objeto de desengrasar las ventas de los activos inmobiliarios improductivos aún presentes en sus balances, que les obligan a acometer cuantiosas provisiones. En el afán de deshacerse de ese lastre, las entidades llegan a financiar el 100% del valor o incluso más.

De hecho, Santander y Popular han duplicado el volumen de estos préstamos en su cartera crediticia. Un análisis superficial concluiría que las entidades vuelven a incurrir en los excesos que inflaron la peligrosa burbuja inmobiliaria, cuyo estallido aún se nota en la economía española. Sin embargo, se trata de una conclusión precipitada. Este tipo de hipotecas no tiene que resultar peligroso si las entidades toman las precauciones adecuadas, y lo están haciendo.

Así, lo más frecuente es que los beneficiarios del préstamo sean dos titulares con capacidad de pago bien acreditada. En cuanto a las viviendas, todas suelen localizarse en lo que los bancos consideran mercados fiables, esto es, grandes ciudades como Barcelona, Madrid, Sevilla o Valencia.

Por último, es también frecuente que las entidades apliquen restricciones a este tipo de crédito, a través de diferenciales más altos, en los casos que acumulan más riesgo, como cuando el préstamo se destina a comprar una segunda vivienda. Son todas medidas que demuestran hasta qué punto el sector financiero aprendió de sus errores pasados.

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