
La penúltima legislatura dejó, como una de sus asignaturas pendientes, la reforma del sistema de financiación autonómica. A ningún territorio satisficieron los cambios impulsados en 2009 por el último Gobierno socialista. No es de extrañar, considerando su inequidad estructural que, como denunció ayer el Consejo General de Economistas, condena a las autonomías del arco mediterráneo a un "déficit perpetuo" de recursos.
Urge que el próximo Gobierno afronte una reforma urgente del sistema de reparto, en el que las penalizaciones a ciertas regiones no se eternicen. En paralelo, conviene implantar el control en el uso de los recursos que hacen las autonomías que se benefician de superávit, pero que, sin embargo, no mejoran sus niveles de desarrollo económico.