
El llamado G-7, el grupo de bancos acreedores de Nueva Pescanova, hará tras el verano un cuantioso canje de deuda por acciones de la compañía, una operación que ascenderá a 400 millones de euros. Se trata de un paso razonable por parte de las entidades.
Ya controlan el 62 por ciento, pero resulta lógico que, tras correr con la mayor parte de los esfuerzos para reflotar la compañía, quieran ganar aún más peso con respecto a los minoritarios, provenientes de la antigua Pescanova, quienes ven frustrados sus planes de salir a bolsa.
Además, mediante la ampliación de capital, los bancos aligerarán de pasivo sus balances y pueden ya allanar el camino hacia una posible venta de la compañía, para cuando decidan salir de un negocio que les es ajeno.